El delito de ser pobre
En su ensayo El delito de ser pobre. Una gestión neoliberal de la
marginalidad, Albert Sales denuncia que se responsabiliza a los
pobres de su situación, acusándoles de “no ser suficientemente trabajadores o
emprendedores”. De hecho, “las personas asistidas por los servicios sociales”
son objeto de “sospecha permanente” y son tratadas como “parásitos que se
quieren aprovechar del sistema”. Sales sostiene que se empuja a los ciudadanos
más pobres a “barrios marginales y zonas de delegación”. Al igual que en
Estados Unidos, en la Unión Europea los servicios sociales tienden a derivar
sus obligaciones a la caridad pública y a infantilizar a las personas con menos
recursos, acusándoles de no saber gestionar su vida ni la de su familia. En los
países de la OCDE, el 10% más rico tiene el 50% del capital. En nuestro país,
sube hasta un 75%. Al mismo tiempo, la mitad de la población no tiene nada en
propiedad o está seriamente endeudada. El profesor Vicenç Navarro mantiene que
esa asimetría es una de las principales causas de la desigualdad. De hecho,
desde 2012 las rentas del capital superan a las rentas del trabajo. La clase capitalista, una minoría, posee más recursos que el
conjunto de los asalariados. Las políticas
neoliberales son políticas de clase, concebidas para explotar y oprimir a la
clase trabajadora. Algunos no utilizan estos términos -señalaba hace
diez años Navarro- porque son anticuados, pero la ley de la gravedad también es
antigua y no ha perdido vigencia. “Es suicida que los portavoces de las
izquierdas, en teoría próximas a las clases populares, también consideren estos
términos anticuados”. La desigualdad es un crimen contra la humanidad y el papel
de la izquierda debería consistir en luchar contra ella, pero ¿es posible en
países endeudados que se han convertido en rehenes de sus acreedores? Solo
cuando los pueblos recobren su soberanía, podrá hablarse de democracia, pero
ese día cada vez parece más lejano. Hasta entonces, el poder real continuará en
manos de las grandes empresas y los políticos se limitarán a defender sus
intereses, explotando la retórica para ocultar una realidad incómoda.