Los pueblos evolucionan, la gente cambia y se
sensibiliza con otros principios y valores más racionales, más humanos, al
producirse la evolución de las sociedades y de las propias culturas que rompen
con las tradiciones que no encajan con los nuevos valores.
La RAE define anacronismo como: “Que no es
propio de la época de la que se trata”.
Esta sociedad moderna rechaza el maltrato
animal, la sádica diversión por la sangre y el dolor, la falta de respeto a la
vida sea de la especie que sea, la guerra, la violencia y todo aquello que
pueda producir dolor y sufrimiento a los seres vivientes. La sensibilidad del
ser humano aflora para racionalizar las cosas desde la percepción de la vida en
un sentido más integral, más universal. No es nada nuevo, siempre hubo quien
proclamó a los cuatro vientos el amor y el respeto a los animales; desde los
pueblos más primitivos, casi siempre en culturas ajenas a la nuestra, a
determinadas actitudes vitales de nuestra propia cultura y religión (el propio
San Francisco de Asís llamaba hermanos a los animales).
Pero,
sin salirnos de la sensibilidad hacia los animales que se nos ha enseñado o
cultivado en los últimos tiempos, cabe señalar que, en nuestra infancia, era
normal apedrear a los perros y gatos que encontrábamos por la calle y no estaba
mal visto, solo se catalogaba como una travesura de niños, sin pensar en el
pobre animal. En la actualidad existe una ley de protección animal que lo
condena, ya no es socialmente tolerable esa actuación.
En
siglos pasados hay casos claros y evidentes de conductas toleradas
culturalmente, violentas o impositivas, que han sido superadas y rechazadas por
la sociedad. Hasta el siglo XIX la esclavitud estaba bien vista, y en el XVIII
aún se usaba como un negocio que enriqueció a muchos que, incluso, hoy son
considerados grandes negociantes. Quiero decir con esto, salvando
todas las diferencias, que las sociedades cambian, evolucionan, y se van
desprendiendo de actuaciones o conductas anacrónicas en beneficio de otras
enmarcadas en los principios y valores que se cultivan en ese momento
histórico.
Una tradición que vaya contra los principios y valores de una sociedad que evoluciona, será un anacronismo que hay que erradicar de la cultura social. El proceso solo se consigue mediante la educación y sólida formación en los nuevos valores. Se ha de excluir, por definición del concepto valores humanos, a toda acción violenta, sanguinaria o de sádico disfrute con sangre, maltrato y muerte de otros seres vivos.
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