Ya sé que es muy difícil hablar de bondad y maldad, y además siempre es peligroso. Ya sé que no es fácil calificar a alguien como malo, frente a alguien que sería bueno. Pero desdibujar que la maldad existe, que tiene forma, que es real, supone falsear el relato humano. Sí, existe la maldad desnuda sin otra cosa que ofrecer más que la maldad misma.
domingo, 28 de agosto de 2016
POEMA: LOS SUEÑOS
No
rechaces los sueños por ser sueños.
Todos los
sueños pueden
ser realidad,
si el sueño no se acaba.
La
realidad es un sueño
Pedro Salinas
¡PELIGRO! WHATSAPP
McLuhan, filósofo de la comunicación, falleció en 1980 y por
tanto no pudo comprobar hasta qué punto era radicalmente cierta su famosa
afirmación, frontispicio de las facultades de Ciencias de la Información de que
"el medio es el mensaje".
El conocido aforismo viene a decir que el medio por el que nos comunicamos (estaba
pensando en los medios de comunicación de entonces), condiciona de tal modo lo
que decimos (el mensaje) que viene a ser el mensaje en sí mismo.
El WhatsApp, que desde luego es una
fabulosa forma de comunicación, es también,
un campo de minas. No sé si les ha ocurrido a ustedes, pero yo he estado
inmerso en más de un desagradable charco de confusión y malos entendidos en el
WhatsApp. La otra tónica que domina en la comunicación por este medio,
especialmente si se trata de grupos, es la banalidad y por qué no decirlo, la
grosería y la suciedad informativa.
El discurso del grupo suele ser una amalgama informe, en el que proliferan
usuarios que se dedican a publicar contenidos ofensivos o falaces, identidades
falsas, mensajes más o menos ofensivos, otros que pretenden ser ingeniosos, y
todos ellos tienden a sepultar información útil,
que en ocasiones es el fin para el que fueron creados. Información como por
ejemplo localizar un lugar, quedar con una persona.
Huir de nuestra soledad y desahogarnos
en un mundo lleno de presiones y cortapisas. A solas con
nuestro móvil nos sentimos relajados, acompañados (aunque sea solo de un modo
virtual) y nos invita al desahogo. No creo pecar de exagerado diciendo que
muchas veces es la puerta del baño donde poner groserías y soltar nuestras
barbaridades para recuperar la condición de personas. Solo que la puerta del
aseo es anónima, pero el móvil no.
Dicho de modo más antipático, el
WhatsApp es un impostor. Parece ofrecer privacidad cuando es
público, el mensaje trasciende incluso a sus inmediatos destinatarios. Ofrece
espontaneidad pero es formal. Nos invita a utilizar el lenguaje coloquial oral,
pero es escrito. Los antiguos sabían que lo escrito, escrito
está, y tiene una naturaleza simbólica diferente, más allá de su constancia
documental, como diría un abogado.
Lo dicho para el WhatsApp por supuesto vale para Facebook,
Twitter, pero entiendo que es aquí donde más se radicaliza su doble naturaleza.
Debemos huir de las dos leyes de plomo de los mensajes instantáneos: si un
mensaje tiene varios sentidos será interpretado en el más desfavorable de
ellos. Y las posibilidades de malos entendidos son directamente proporcionales
a la extensión de la conversación y por el número de participantes.
Debemos recordar, también, que el WhatsApp es un medio escrito,
no es una conversación oral ni telefónica. Ni un ejército de emoticonos puede
matizar sus palabras como lo hace un gesto, el timbre de su voz o su mirada. Es
torpe. Cualquier polisemia o ironía o doble significado podrá ser utilizado
contra usted.
El WhatsApp es un medio inapropiado para mantener discusiones,
especialmente si intervienen una pluralidad de participantes. Se pierden
mensajes, se leen parcialmente y su brevedad les hace susceptibles de ser
malinterpretados. Es compulsivo. No nos da ingenio si carecemos de él.
No trato de ser apocalíptico,
por supuesto, yo voy a seguir disfrutando de sus beneficios casi mágicos. Por
ello, sugiero algunas breves notas para su uso: no llene de ruido las
conversaciones y sea espontáneo pero cortés. Recuerde que si participa en un
grupo no todo lo que le interesa a usted, le interesa o le importa a los demás
y, por último, cuanto más WhatsApp utilice, menos llamará. Ni cien emoticonos
son más expresivos que el timbre de su voz. Si es importante llame, o mejor
quede para verse cara a cara, abrazarse y tomar un vino.
sábado, 27 de agosto de 2016
RETROCESO
De vez en cuando, como una ocurrencia un punto
melancólica, alguien de tu quinta comenta que hoy seguramente prohibirían o
encausarían muchas de las manifestaciones culturales que se vivieron con
naturalidad y frescura hace tan solo un suspiro, en los ochenta. Hoy en día no
tendrían cabida en este ambiente
inquisitorial, pacato y ñoño que conduce a los tribunales a titiriteros,
sindicalistas y manifestantes o hace escandalera de simples meteduras de pata
en las redes sociales como si se tratara de sucesos de gran peligrosidad,
dañinos y depravados en extremo. Se pretende circunscribir la discrepancia, la
sátira o la chirigota al formato de lo correcto, siempre y cuando lo correcto
sea revisado, atemperado, desactivado, supervisado. ¿Censura o hipocresía?
Añoramos aquellos días de recios vinos y rosas
podridas que hoy nos parecen cosechas fragantes, como quien comprueba con
morriña que los tiempos cambian y su juventud fue más alegre y desenfadada, más
permisiva, más lustrosa. Pero… resulta que (solo) en este caso es cierto. Y
peligroso: hemos reculado. Y la regresión cultural es solo un síntoma, quizás
el más alarmante y decisivo. Cuando una sociedad paga menos y peor a quienes
trabajan, atiende menos y peor a quienes lo necesitan, niega asilo y hogar, se
eriza de muros y de miedos… acaba por alambrar la libertad de expresión en la
cultura. Recapitulemos: el único castigo
que merece un mal chiste es no reírse, una mala obra no debe contar con
audiencia, una manifestación pública indigna, no ser escuchada; de un “tweet” idiota se deduce la
estulticia de quien lo firma. Nada más. Lo otro, esto que estamos consintiendo, es
retroceder.
martes, 23 de agosto de 2016
COMPRENDER EL ARTE
"EL ARTE ES LO QUE MEJOR CONSUELA DE VIVIR"
La persona moderna es la persona apurada, no tiene tiempo, es prisionera de la necesidad, no comprende que algo pueda ser no útil; no comprende tampoco que, en el fondo, lo útil puede ser un peso inútil, agobiante. Si no se comprende la utilidad de lo inútil, la inutilidad de lo útil, no se comprende el arte.
UN MUNDO ATERRADO Y ATERRADOR
Vivimos una guerra global. Ayer, ahora y mañana.
Ponemos el hambre, todas las hambres posibles. El hambre seca de
territorios esquilmados y desérticos, el hambre opulenta de los campesinos que
trabajan para nunca alimentarse, el hambre de los arrabales donde la pelea es
encontrar antes que otros un pedazo de pan.
Ponemos las pobrezas, todas las pobrezas. La harapienta, la de los
trabajadores que también son esclavos, la de los endeudados que se asfixian,
mes a mes, la de los jubilados que mueren precarios.
Ponemos el silencio. La palabra está entre rejas. Mover los labios ya es
delito, en las calles, en las canciones, en los poemas.
Ponemos la asfixia, nuestros pueblos humean aire purulento, nuestros
ríos son vertederos, nuestros mares guardan en su barriga toda la podredumbre
del consumo desbocado.
Ponemos las enfermedades. La guerra es no sólo contra los países donde
abiertamente discurre la sangre, no sólo. Es contra nuestros derechos, contra
todo intento de justicia, contra todo esfuerzo por dulcificar las vidas.
Un mundo aterrado y aterrador. Y huye la humanidad, huye, huye… hacia
ningún sitio. Mañana ya será tarde. La noche se esparce inquieta.
sábado, 20 de agosto de 2016
COMIENZA EL ESPECTÁCULO
En pocos días arranca otra liga de fútbol. Ya
mismo están aquí los tópicos archiconocidos de siempre. Y para todo un año. De
nuevo, el tradicional mercado de fichajes, abierto hasta el último segundo del
último día, en el que se ventila que la figura más postinera mundial recale en
el club local de tus amores, en el que, naturalmente, desde pequeñito había
querido jugar el protagonista recién fichado. A vueltas con los sueldos
millonarios, con el lujo desmedido de unos jóvenes ídolos que encandilan a las
masas de modo transversal. Ejercicio de encantamiento del que casi nunca se
hace una lectura en clave de estructura social, quizás porque todas las clases
sociales, todos los rasgos sociológicos están incluidos en su universo. Los humildes
y los adinerados; los menesterosos y los poderosos; los jóvenes y los mayores;
los hombres y las mujeres; los urbanos y los rurales; los del norte y los del
sur, en sentido geográfico y de geopolítica. Todos seguirán lo que semana a
semana acontece a las grandes figuras de la liga española, de la liga inglesa,
del calcio, de la Bundesliga y de otras competiciones europeas y americanas
principalmente. Sus goles, lesiones, traspasos, enfados, riñas, desplantes e
incidentes de todo tipo serán escrutados por millones de personas que dedican
buena parte de su ocio en derredor de este mundo tan absurdo, tan irreal como
tan absolutamente necesario para toda esa gente que ríe, sufre, llora, se
emociona, se inquieta, se preocupa o se lo pasa bien, ganando o perdiendo su
equipo del alma.
TRABAJAR (O EDUCAR) POR OBJETIVOS NO ES UN VALOR POSITIVO
Desde hace un tiempo, se ha convertido en un tópico la necesidad de
trabajar por objetivos. El concepto pronto se ha extendido a los sistemas de
educación. Y una legión de entusiastas lo ha adoptado como si fuera la solución
a todos los males globales e individuales. Lo usan los gurús de la economía,
también se ha generalizado en el mundo empresarial, en las relaciones laborales
y en la boca de los políticos que han modernizado su lenguaje y no quieren que
se les note lo de los planes
quinquenales. La obsesión por lograr los objetivos no repara en nada: en el
mundo laboral puede suponer el despido de trabajadores para abaratar costes o
la compra de una empresa para cerrarla. En la enseñanza, los centros escolares
preparan la temida prueba de acceso a la universidad dejando de lado los temas
que saben que no caerán en ella, a los que prestan escasa o nula atención
a pesar de que estén en el programa y sean, por ejemplo, los grandes textos de
la literatura española.
Cuando trabajar -o educar- por objetivos se convierte en un valor en sí
mismo deja de ser lo que es en verdad, una estrategia. No debería ser otra
cosa. Si una herramienta o método, por muy útil que sea, se convierte en
ideología hemos perdido capacidad cultural y libertad individual y nos
trasformamos en meros agentes mecánicos de los intereses marcados por un
sistema social que nos trata solo como productores o consumidores de bienes de
consumo desechable. Y puede ser peligroso si, además, los objetivos no los
marcamos nosotros mismos o asumimos sin crítica los objetivos que nos dictan
aquellos que quieren conseguir con todo esto sus propios objetivos, que es lo
que ocurre, en realidad: nos marcamos un trabajo para conseguir los objetivos
que alguien nos ha planificado como el camino ortodoxo, una especie de verdad
de fe que de pronto alguien ha plasmado en una normativa sin consultarnos
previamente. Deberíamos pensar si esos objetivos que tanto buscamos son de
verdad los nuestros, los que nos interesan. Deberíamos ser un poco más cautos,
menos mecánicos. Menos víctimas de los objetivos de otros, de aquellos que de
verdad nos gobiernan y que no nos dejarán tener, en realidad, más objetivo que
sus propios intereses.
viernes, 5 de agosto de 2016
EL AMOR NO LO PUEDE TODO
Vamos por la vida repitiendo ingenuamente que el
amor lo puede todo, como si fuera un bálsamo prodigioso que nos barniza contra
las adversidades, pero lo cierto es que el amor nada puede cuando el hambre es
el primer abismo que surge entre dos amantes. Creemos que con sólo amar, que
sólo porque amamos a pleno pulmón el mundo puede volverse en un lugar menos
hostil. Nos convencemos de que seremos capaces de ver hermosura en los
andrajos, romanticismo en las ventanas sin cristales, ternura en los pezones
resecos.
Yo creo en el amor, claro, creo en lo cotidiano, en
los ojos de los que aman con la sola condición de ser amables, tiernos,
solidarios, creo en los gestos, pero en lo que de verdad creo, por encima de
todas las cosas, es en el omnipotente sueño de justicia. El mundo nada habría
cambiado si este sueño no se hubiera multiplicado, si hombres y mujeres no
hubieran dado su vida por él a lo largo de los siglos, si personas comunes y
corrientes no hubieran ideado fórmulas de lucha para acercar el ideal a la
tierra y a la vida. El deseo de repartir las semillas, el deseo de
conseguir abrigo, el deseo de nutrir de letras a los sedientos de ideas, el
deseo de hacer de nosotros seres más humanos.
Entonces amar esta bien, pero mejor amarnos
calzados, mejor medir nuestro torrencial amor entre las victorias sucesivas y
no tener que ponerlo en la mira cuando la derrota nos pudre la existencia.
martes, 2 de agosto de 2016
ÉXTASIS
Estoy ante
este paisaje femenino
Como un niño ante el fuego
Sonriendo vagamente con lágrimas en los ojos
Ante este paisaje en que todo me emociona
Donde espejos se empañan donde espejos se limpian
Reflejando dos cuerpos desnudos estación a estación
Tengo tantas
razones para perderme
En esta tierra sin caminos bajo este cielo sin horizonte
Hermosas razones que ayer ignoraba
Y que ya nunca olvidaré
Hermosas llaves de miradas claves hijas de sí mismas
Ante este paisaje donde la naturaleza es mía
Ante el fuego
el primer fuego
Buena razón maestra
Estrella
identificada
Y en la tierra y bajo el cielo fuera de mi corazón y en él
Segundo brote primera hoja verde
Que el mar cubre con sus alas
Y el sol al fondo de todo que viene de nosotros
Estoy ante este
paisaje femenino
Como rama en el fuego.
Paul Elouard
SER POBRE
No hay nada más antiguo que un pobre. La
historia de la humanidad es la historia de sus pobres, de su indigencia. Y así,
con una canción de mendigo, empezó a escribirse la historia. El primer
personaje en la literatura castellana fue una vieja alcahueta. Siguió el
lazarillo de un pedigüeño ciego. Para ser pobre no se necesita más que haya un
rico. Lo sabe todo el mundo, sobre todo los pobres.
Ser pobre hoy es tener que defender un día la
casa desde el balcón mientras por la puerta entra la policía para proceder al
desahucio. O no poder continuar estudiando, no tener dinero para hacer una
carrera o un curso de formación para conseguir un empleo. O dejar de optar a un
trabajo por no tener dinero para el transporte. O ir con la familia a los comedores
sociales. O pasar tres, cuatro, cinco, seis, siete meses sentado al lado del
teléfono esperando a que llamen del hospital, sin saber si eso de irse muriendo
ya va en serio. Se es más pobre por no tener derechos que por no tener dinero.
Ser pobre en la vida da hasta para una novela,
la literatura está llena de ellas; pero ser pobre en tu pueblo, eso sí que es
una canallada.
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