"Hacer es la mejor manera de decir"
JOSÉ MARTÍ
El miedo a no hacer historia debería ponernos de acuerdo. Hay mucho
trabajo por hacer: los hambreados ni siquiera saben que lo son, los
trabajadores ni siquiera saben que lo son, los derechos han sido arrancados y
parece como que no se echan de menos aquellos tiempos donde la fuerza sindical
mantenía a raya a los dueños de nuestro tiempo y de nuestros brazos.
Mañana, seguro, otro hombre se abrasará con gasolina a la puerta de un
ministerio, otra mujer se arrojará por la ventana para no verse sobremuriendo
en la calle, otros niños mirarán el pan de otros y pensarán que la mala suerte
hizo que nacieran en el lugar equivocado, otros jóvenes marcharán lejos sin la
esperanza de un regreso, otros viejos se dejarán morir porque no hay con qué
pagarse las boticas, la luz, el agua. Otros hombres y mujeres trabajarán por
unas horas o trabajarán jornadas interminables o vivirán la incertidumbre de
los despidos fulminantes, de las condiciones infrahumanas, del “cállate” que
hay muchos esperando.
Creo que no todo está perdido, es verdad, lo decía al principio, hay
mucho trabajo por hacer, mucha alienación por destruir y no valen lamentos a
esta hora. Es tiempo de construir, poco a poco, hombro con hombro, tenazmente,
sin dejarnos embaucar una vez más por los cantos de sirena. Amarrémonos
fuertemente al mástil de la conciencia.
Cada emigrante, cada desempleado, cada trabajadora doméstica, cada
poeta, o panadero, o repartidor de propaganda o vendedora de claveles por la
calle, cada maestro o autónomo o estudiante, cada uno de ellos, de nosotros,
tiene la llave que abre la puerta de la victoria y la llave que cierra la
puerta de la explotación y de la pobreza. Hay mucho en juego, empecemos.
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