lunes, 4 de julio de 2016

LA LIBERTAD ES UN CAMINO


La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y aquellas bebidas de nieve, me parecía a mí que estaba metido entre las estrecheces de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos; que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recibidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquél a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede la obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!

(Miguel de Cervantes, Don Quijote, capítulo LVIII de la Segunda parte)

Hay muchas formas de ser libre, tantas como formas de ser esclavo. No todas ellas fáciles de identificar. Más allá de la necesidad de comer que nos conduce a aceptar aquello que de otra forma nos parecería inaceptable y del drama de las personas a las que la violencia, sea del tipo que sea, les ha afectado en la dignidad hasta el punto de que han caído en un estado que ha colapsado su voluntad y su pensamiento, está en las decisiones que tomamos cada día la opción de ser libres o ser esclavos, la de comportarnos como seres humanos con criterio propio o hacerlo de forma servil.

Debemos aspirar a ser libres. Porque la libertad es un camino, no un final ni una utopía. Un camino en el que hay que esforzarse a diario y transigir muchas veces cuando se trata del respeto a los otros. Para que una sociedad sea libre deben serlo primero sus individuos. Y que los más conscientes de esa condición deben comenzar el camino. Sin esa conciencia de la libertad no puede haber mejora individual ni social, no puede haber un verdadero progreso material acorde con las necesidades del ser humano ni verdadera ciencia, porque todas las épocas en las que la ciencia y la tecnología se han puesto al servicio de la falta de libertad han supuesto un dolor intenso, expolios, guerras y gobiernos criminales.

Una gran parte de nuestra libertad proviene de la cultura. Me gustan mucho las definiciones que de ella da el Diccionario de la Real Academia. En su segunda acepción se trata del “conjunto de conocimientos que permiten a alguien desarrollar su juicio crítico”. Es decir, la más pura esencia de la libertad. Podemos ser libres gracias a la cultura y desde nuestra libertad como individuos favorecer la libertad de toda la sociedad. Quizá por eso algunos gobiernos aparentemente democráticos no apoyan la cultura con entusiasmo, no invierten en este necesario alimento de todo ser humano. Cuando la cultura está en manos de los otros, ni nosotros podemos ser libres como individuos ni la sociedad lo es. En cualquier sociedad en la que falta la verdadera libertad hay serviles, delatores, interesados y se respira un ambiente de opresión y control del disidente aunque aparentemente vivamos de forma cómoda o regalada.

Debemos ser libres, actuar como tales no sólo por nosotros. Y debemos hacerlo en el plano real del mundo sin dejar de soñar en el horizonte aunque nunca pueda alcanzarse. Eso ya lo sabemos y no debería provocarnos frustraciones ni amargura ni rencor sino la alegría del camino en medio de todos los sinsabores, temores y golpes que nos deparen la vida y aquellos que sienten miedo ante la libertad ajena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario