A
veces me pongo a escribir sin orientación previa. Es como si intentara parir
una serie de ideas que se han inseminado en mi mente a través del tiempo y, en
especial, del momento presente.
Ya
no sé si siento vergüenza, indignación, ira o no sé qué… lo que sí sé es que
siento la impotencia de quien ve como pasan delante de sus ojos un sin fin de
delincuentes que evaden sus impuestos, engañan a la ciudadanía y se sienten, de
algún modo, impunes ante la ley. Empezamos a pensar que estamos gobernados, a
nivel mundial, por una pandilla de gente confabulada en crear leyes para
proteger sus prebendas y las de los suyos, mientras caminan en la vía de
dominar el mundo, obviando los intereses del conjunto de la sociedad.
Lo
malo de todo ello es que se amparan en posturas borreguiles de una ciudadanía
domesticada, manipulable y dócil que se rebela contra los simples delitos
y no reacciona ante los grandes desfalcos y hurtos de guante blanco, que sigue
votando a corruptos si son de su partido.
Estamos
en una etapa llamada de ingeniería financiera, que suena bien y parece que deba
aceptarse por ser de elevada inteligencia su aplicación. Es cierto,
ingeniería viene de ingenio y de ingenieros e ingeniosos es crear estructuras
insospechadas de donde sacar beneficio en un sistema de economía especulativa,
que no es lo mismo que la economía productiva.
La
economía productiva es aquella que crea bienes tangibles o
beneficios sociales que mejoran la calidad de vida del ciudadano. Mientras la
especulativa hace subir el capital a base movimientos especulativos,
transacciones de dudosa ética, o ingeniería mercantil creando productos
financieros de engañosa calidad y garantía, sin que de ellos se desprenda una
producción material o de mejora social salvo para el especulador y su grupo.
Tengo
la sospecha de que en este nuevo mundo de la globalización está todo calculado
por los que intentan imponerlo a su modo y para su propio bien. Romper barreras
aduaneras, producir a bajo precio en países pobres para vender el producto a
alto precio en países desarrollados, crear leyes protectoras de ese movimiento
de capitales, establecer y consolidar trato preferente en algunos países
(paraísos fiscales) con leyes preservadoras de sus intereses... En suma, crear
un nuevo marco internacional por donde jugar a escabullirse para evitar pagar
impuestos y mantener a los estados, cuyo poder pretenden anular, o
minimizar, con objeto de imponer un nuevo orden desde el capitalismo salvaje o
ese neoliberalismo que odia los controles del mercado que se imponen por las
leyes emanadas, en teoría, de parlamentos democráticos. Buscan el cambio de
poder mediante la modificación del sistema… son antisistema que pretenden crear
otro partiendo de este, sin que se note, planificadamente, hasta llegar a
revertir el poder desde los estados a las multinacionales, a las empresas, al
mundo financiero, a través de un orden legal que les garantice una defensa
perfecta contra la imposición de la voluntad democrática de los pueblos.
Su
hándicap está en controlar el poder político, en tutelar el poder legislativo,
en desmontar un sistema que les obliga a someterse, en escapar del control
social que les exija doblegarse ante los intereses del conjunto de la
ciudadanía, en controlar el mundo desde la frialdad de sus despachos exentos de
responsabilidad trascendente. Sus decisiones son privadas… pero sus estrategias
condicionan el mercado mundial y lo manipulan desde el poder controlador sobre
las transacciones.
Pero…
¿Cómo hacer todo eso? Si nos paramos a pensar un poco, descubriremos los pasos
que van dando en el día a día. Provocar una irresponsable crisis financiera,
apareciendo la oportunidad de tantear la actitud de los gobiernos, ya
controlados desde organismos económicos internacionales, dejando patente su
incapacidad para resolverla con el actual marco legislativo; luego, en el
mundo político e ideológico, denostar y descalificar al político opositor,
incluso comprarlo si ello es factible, a la par que apoyar y elevar a los afines,
y desprestigiar a los estados y sistemas de gobierno mediante la creación de un
nuevo espíritu de los tiempos donde el sujeto, desconfiando de sus propios
gobiernos, se deje gobernar por la filosofía mercantil, o sea, de mercado
libre, creyendo que las empresas son más de fiar que los políticos.
Sus negocios están en controlar todos los recursos, en administrar y comercializar hasta los más elementales y necesarios para la subsistencia, la educación, la salud, las energías, etc. No debe extrañarnos que dentro de nada se nos cobre por respirar o por un sistema respiratorio que evite la contaminación. Ya se vende el agua con la excusa de esa contaminación y su pureza, sabemos que el sistema capitalista tiende a controlar la propiedad de todo y ese todo es absolutamente todo. Pero para producir cambios importantes, que permitan estas cosas, es necesaria la crisis, pues esta da pie a producir ajustes que podemos orientar hacía el fin que se persigue. Mientras más destrucción más libertad se tiene para la reconstrucción; a veces, incluso, para demoler y reedificar una nueva estructura hay que derruir lo viejo creando lo nuevo si lo viejo no sirve como soporte.
Pero
vayamos al cambio de actitudes y de opinión pública. Se debate, con razón,
sobre la corrupción del mundo político; se utilizan mercenarios de la palabra o
ideólogos intransigentes para defender posturas con objetivos precisos, solo
hay que ver la tele; no se habla o se debaten a fondo los escándalos
financieros de sujetos de corte mafioso, no se cuestionan los sueldazos de
prebostes de la empresa privada bajo la filosofía de su privacidad, sin
analizar que juega con los intereses de la ciudadanía para enriquecerse y que
el estado debería defender a esos ciudadanos de los atropellos que sufren.
La
sociedad en su conjunto, tiene un
subconsciente y es manipulable. Por tanto, si se dominan los medios de
comunicación, que son los que crean estados de opinión y tendencias de
pensamiento y actitudes sociales, estaremos en disposición de controlar y dirigir
el proceso evolutivo de una sociedad en cambio hacia el lugar que nos interesa.
Cada día, cuando vemos la televisión, podemos vislumbrar esa tendencia. Cómo se
tratan las noticias, los titulares tendenciosos, las opiniones interesadas, la
manipulación argumental de las cosas, la inducción del pensamiento, etc. son
formas claras de influencia por parte de los dueños del cotarro y su línea
editorial.
Finalmente,
para mí, existe una tensión interna entre el ser individual y el social. El
social lo andan modulando los poderosos y padres de la sociedad, los pastores
que controlan el rebaño, lo educan y conforman en función de sus intereses;
pero el individual, que resulta ser el oponente crítico al anterior mediante el
ejercicio de la libertad de pensamiento y de discernimiento, lo hemos de
modular nosotros mismos en una lucha de influencias, donde se juega la
prevalencia de lo social sobre lo individual o viceversa.
Me niego a hacer del ser humano un borrego al servicio de los pensantes,
privándole de la potestad de pensar racionalmente mediante la alienación y el
dogma. Defiendo el libre ejercicio del pensamiento para que, responsablemente,
ese sujeto sea motor y partícipe de la evolución de su sociedad mediante su
autorrealización.
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