jueves, 7 de abril de 2016

CAVILACIONES SOBRE QUÉ SERÁ DE NOSOTROS





A veces me pongo a escribir sin orientación previa. Es como si intentara parir una serie de ideas que se han inseminado en mi mente a través del tiempo y, en especial, del momento presente.

Ya no sé si siento vergüenza, indignación, ira o no sé qué… lo que sí sé es que siento la impotencia de quien ve como pasan delante de sus ojos un sin fin de delincuentes que evaden sus impuestos, engañan a la ciudadanía y se sienten, de algún modo, impunes ante la ley. Empezamos a pensar que estamos gobernados, a nivel mundial, por una pandilla de gente confabulada en crear leyes para proteger sus prebendas y las de los suyos, mientras caminan en la vía de dominar el mundo, obviando los intereses del conjunto de la sociedad.

Lo malo de todo ello es que se amparan en posturas borreguiles de una ciudadanía domesticada, manipulable y dócil que se rebela contra los simples delitos  y no reacciona ante los grandes desfalcos y hurtos de guante blanco, que sigue votando a corruptos si son de su partido.

Estamos en una etapa llamada de ingeniería financiera, que suena bien y parece que deba aceptarse por ser de elevada inteligencia su aplicación.  Es cierto, ingeniería viene de ingenio y de ingenieros e ingeniosos es crear estructuras insospechadas de donde sacar beneficio en un sistema de economía especulativa, que no es lo mismo que la economía productiva.

La economía productiva es aquella que  crea bienes  tangibles o beneficios sociales que mejoran la calidad de vida del ciudadano. Mientras la especulativa hace subir el capital a base movimientos especulativos, transacciones de dudosa ética, o ingeniería mercantil creando productos financieros de engañosa calidad y garantía, sin que de ellos se desprenda una producción material o de mejora social salvo para el especulador y su grupo.

Tengo la sospecha de que en este nuevo mundo de la globalización está todo calculado por los que intentan imponerlo a su modo y para su propio bien. Romper barreras aduaneras, producir a bajo precio en países pobres para vender el producto a alto precio en países desarrollados, crear leyes protectoras de ese movimiento de capitales, establecer y consolidar trato preferente en algunos países (paraísos fiscales) con leyes preservadoras de sus intereses... En suma, crear un nuevo marco internacional por donde jugar a escabullirse para evitar pagar impuestos y mantener a los estados, cuyo poder pretenden  anular, o minimizar, con objeto de imponer un nuevo orden desde el capitalismo salvaje o ese neoliberalismo que odia los controles del mercado que se imponen por las leyes emanadas, en teoría, de parlamentos democráticos. Buscan el cambio de poder mediante la modificación del sistema… son antisistema que pretenden crear otro partiendo de este, sin que se note, planificadamente, hasta llegar a revertir el poder desde los estados a las multinacionales, a las empresas, al mundo financiero, a través de un orden legal que les garantice una defensa perfecta contra la imposición de la voluntad democrática de los pueblos.

Su hándicap está en controlar el poder político, en tutelar el poder legislativo, en desmontar un sistema que les obliga a someterse, en escapar del control social que les exija doblegarse ante los intereses del conjunto de la ciudadanía, en controlar el mundo desde la frialdad de sus despachos exentos de responsabilidad trascendente. Sus decisiones son privadas… pero sus estrategias condicionan el mercado mundial y lo manipulan desde el poder controlador sobre las transacciones.

Pero… ¿Cómo hacer todo eso? Si nos paramos a pensar un poco, descubriremos los pasos que van dando en el día a día. Provocar una irresponsable crisis financiera, apareciendo la oportunidad de tantear la actitud de los gobiernos, ya controlados desde organismos económicos internacionales, dejando patente su  incapacidad para resolverla con el actual marco legislativo; luego, en el mundo político e ideológico, denostar y descalificar al político opositor, incluso comprarlo si ello es factible, a la par que apoyar y elevar a los afines, y desprestigiar a los estados y sistemas de gobierno mediante la creación de un nuevo espíritu de los tiempos donde el sujeto, desconfiando de sus propios gobiernos, se deje gobernar por la filosofía mercantil, o sea, de mercado libre, creyendo que las empresas son más de fiar que los políticos.

Sus negocios están en controlar todos los recursos, en administrar y comercializar hasta los más elementales y necesarios para la subsistencia, la educación, la salud, las energías, etc. No debe extrañarnos que dentro de nada se nos cobre por respirar o por un sistema respiratorio que evite la contaminación. Ya se vende el agua con la excusa de esa contaminación y su pureza, sabemos que el sistema capitalista tiende a controlar la propiedad de todo y ese todo es absolutamente todo. Pero para producir cambios importantes, que permitan estas cosas, es necesaria la crisis, pues esta da pie a producir ajustes que podemos orientar hacía el fin que se persigue. Mientras más destrucción más libertad se tiene para la reconstrucción; a veces, incluso, para demoler y reedificar una nueva estructura hay que derruir lo viejo creando lo nuevo si lo viejo no sirve como soporte.

Pero vayamos al cambio de actitudes y de opinión pública. Se debate, con razón, sobre la corrupción del mundo político; se utilizan mercenarios de la palabra o ideólogos intransigentes para defender posturas con objetivos precisos, solo hay que ver la tele; no se habla o se debaten a fondo los escándalos financieros de sujetos de corte mafioso, no se cuestionan los sueldazos de prebostes de la empresa privada bajo la filosofía de su privacidad, sin analizar que juega con los intereses de la ciudadanía para enriquecerse y que el estado debería defender a esos ciudadanos de los atropellos que sufren.

La  sociedad en su conjunto, tiene un subconsciente y es manipulable. Por tanto, si se dominan los medios de comunicación, que son los que crean estados de opinión y tendencias de pensamiento y actitudes sociales, estaremos en disposición de controlar y dirigir el proceso evolutivo de una sociedad en cambio hacia el lugar que nos interesa. Cada día, cuando vemos la televisión, podemos vislumbrar esa tendencia. Cómo se tratan las noticias, los titulares tendenciosos, las opiniones interesadas, la manipulación argumental de las cosas, la inducción del pensamiento, etc. son formas claras de influencia por parte de los dueños del cotarro y su línea editorial.

Finalmente, para mí, existe una tensión interna entre el ser individual y el social. El social lo andan modulando los poderosos y padres de la sociedad, los pastores que controlan el rebaño, lo educan y conforman en función de sus intereses; pero el individual, que resulta ser el oponente crítico al anterior mediante el ejercicio de la libertad de pensamiento y de discernimiento, lo hemos de modular nosotros mismos en una lucha de influencias, donde se juega la prevalencia de lo social sobre lo individual o viceversa.

Me niego a hacer del ser humano un borrego al servicio de los pensantes, privándole de la potestad de pensar racionalmente mediante la alienación y el dogma. Defiendo el libre ejercicio del pensamiento para que, responsablemente, ese sujeto sea motor y partícipe de la evolución de su sociedad mediante su autorrealización. 

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