domingo, 24 de abril de 2016

EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA

VISIÓN DESDE LA PERSPECTIVA ANALÍTICA DE TODA OBRA DE ARTE





Si el arte tiene algo singular es precisamente su ambigüedad. La ambigüedad para poder interpretarlo, para proyectarte en la obra y sacar conclusiones en función de tu personalidad, de tu capacidad interpretativa de la simbología que parece poner sobre la mesa. Por eso existe tanta disparidad a la hora de valorar una obra de arte… para unos es insignificante al no saber interpretar o sacar partido a su propia interpretación de lo que el artista, hipotéticamente, pudo decir; para otros la cosa está clara y saben lo que la motivó, el mensaje que el artista quiso transmitir; pero, en todo caso, el observador, o lector, interpretará con sus recursos y capacidades la simbología de la obra dándole sentido bajo su perspectiva. Pero hay otros aspectos que, posiblemente, ni el propio artista valoró en su día. Me refiero al mensaje subliminal que brotó de su interior de forma incontrolada y que será interpretado por los observadores de la misma. Habría que interpretar, pues, que el autor la dotó de un contenido manifiesto y otro latente, escapando este último a su propio control.

En el caso de Cervantes y su D. Quijote se han derramado ríos de tinta a lo largo de su existencia. Se dieron críticas, interpretaciones, justificaciones, aclaraciones y desmenuzamiento metódico del conjunto de la obra por parte de eruditos, de grandes expertos, académicos, doctores y entendidos, biógrafos y estudiosos cervantinos de su obra y perfil personal y circunstancias socio-ambientales de su tiempo. Yo, que soy un profano en la materia, me voy a permitir unas disquisiciones poco académicas que pretenden dar otra visión de ese D. Quijote, loco de atar, pero caballero generoso, justiciero y “desfacedor de agravios”.

Se comenta que los que dicen la verdad son los niños, los borrachos y los locos. Tal vez tengan razón. En ninguno de los casos se hallan condicionados por esa autocensura que nos limita la expresión a la gente “sensata” y razonablemente inserta en un mundo de falacias, falsedades y convencionalismos hipócritas que nos van condicionando la vida hasta hacernos ver, o hacer ver que vemos, lo que no existe pero es plasmado como una realidad por los que orquestan la movida social, marcada de moral, ética, credos y asunción de los principios y valores sociales imperantes

Por tanto, D. Quijote, que es considerado como loco, es un excelente denunciante de las maldades, injusticias y abusos de la sociedad que habita, por lo que acaba autonombrándose “caballero andante desfacedor de entuertos”. Para ello ataca e intenta destruir los elementos que simbolizan esa maldad e injusticia.

Los molinos de viento son gigantes que representan al poder amenazante que somete al mundo desde la atalaya, con sus provocadores brazos que giran y gesticulan ostentando su dominio. Pero como este mundo no funciona sin el poder del amor, de la belleza y lo sublime, que personifica en la mujer, crea una Dulcinea idealizada, que va más allá representando la exaltación y la máxima motivación que orientan los actos de los hombres buscando la verdad y la bondad, llevando a la simbiosis de las almas a través del amor. Y libera a la cuerda de presos que marcha a galeras, más que por sus delitos, por la necesidad que tiene el reino de galeotes. Y he aquí otro momento sublime, cuando ataca al rebaño de ovejas confundiéndolo con un ejército y siendo derribado por las pedradas de los pastores… al fin y al cabo ¿hay algo más parecido a un rebaño que un ejército donde el soldado no piensa, solo obedece? Siempre alerta en su locura, a caballo de su ansiedad y necesidad de hacer justicia, de defender a los necesitados y pobres, a los humillados y desfavorecidos por la vida, busca de forma continuada la revelación y el descubrimiento de la injusticia que requiera de sus servicios para reponerla.

No son solo sus actos de locura, siempre canalizados hacia la rectitud, hacia la probidad u honradez, sino sus sabios consejos cargados de sensatez, donde muestra que, de la locura introspectiva de su esencia y sus valores humanos, resurge la prudencia de la madurez y el buen criterio de la sabiduría utópica difícilmente asimilable por el mundo descompuesto y perverso que le rodea, pues no llegan a comprender, dentro de su analfabetismo racional, emocional y de principios y valores, el mensaje y preocupación del caballero andante que pretende la perfección y la excelencia de una sociedad justa y si agravios. Por eso busca “desfacer entuertos”.

Grandes consejos recibe el buen Sancho de su amo cuando se prepara para gobernar la Ínsula Barataria. Pero me paro en uno de los más ingeniosos casos de justicia que hubo de resolver el buen Sancho Panza en su corta actuación como gobernador de la Barataria, cuando su agudeza le llevó a descubrir que los diez escudos de oro que reclamaba un vecino al otro estaban escondidos en el báculo de caña; o la buena razón usada para el caso de la mujer y el ganadero, al que acusaba esta de haberse aprovechado de su cuerpo y robado a la vez sus ahorros. Con estos y otros casos Cervantes viene a mostrar que la justicia ejercida desde la sencillez, desde la inocencia, es más certera que la ejercida desde las leyes escritas para defensa de unos y aprovechamiento de otros. Este canto al sentido común de un Sancho Panza analfabeto nos muestra el verdadero entronque de ese sentido común de los pueblos y la gente.

Como puede verse, Cervantes, no solo fue un gran escritor, sino un excelente pensador y humanista, que supo, burlando la censura, criticar a una sociedad corrompida e injusta, bajo el trato del humor, al situar en la ridiculez social de la locura los valores y principios humanos más consistentes para el buen gobierno de la sociedad. Al loco se le está permitido decir lo que en el cuerdo es un pecado irreparable. El acceso a la verdad les es más fácil a los locos o los niños si se trata en clave de humor. Si lees el Quijote, la próxima vez, mira entre las líneas, en las entretelas de la obra, y aflorará, de la mano de la locura, la mayor sensatez y cordura que representa al buen gobierno de los hombres y mujeres de este mundo.

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