VISIÓN DESDE LA PERSPECTIVA ANALÍTICA DE TODA OBRA DE ARTE
Si el arte tiene algo singular es
precisamente su ambigüedad. La ambigüedad para poder interpretarlo, para
proyectarte en la obra y sacar conclusiones en función de tu personalidad, de
tu capacidad interpretativa de la simbología que parece poner sobre la mesa.
Por eso existe tanta disparidad a la hora de valorar una obra de arte… para
unos es insignificante al no saber interpretar o sacar partido a su propia
interpretación de lo que el artista, hipotéticamente, pudo decir; para otros la
cosa está clara y saben lo que la motivó, el mensaje que el artista quiso
transmitir; pero, en todo caso, el observador, o lector, interpretará con sus
recursos y capacidades la simbología de la obra dándole sentido bajo su
perspectiva. Pero hay otros aspectos que, posiblemente, ni el propio artista
valoró en su día. Me refiero al mensaje subliminal que brotó de su interior de
forma incontrolada y que será interpretado por los observadores de la misma.
Habría que interpretar, pues, que el autor la dotó de un contenido manifiesto y
otro latente, escapando este último a su propio control.
En el caso de Cervantes y su D. Quijote
se han derramado ríos de tinta a lo largo de su existencia. Se dieron críticas,
interpretaciones, justificaciones, aclaraciones y desmenuzamiento metódico del
conjunto de la obra por parte de eruditos, de grandes expertos, académicos,
doctores y entendidos, biógrafos y estudiosos cervantinos de su obra y perfil
personal y circunstancias socio-ambientales de su tiempo. Yo, que soy un
profano en la materia, me voy a permitir unas disquisiciones poco académicas
que pretenden dar otra visión de ese D. Quijote, loco de atar, pero caballero
generoso, justiciero y “desfacedor de agravios”.
Se comenta que los que dicen la verdad
son los niños, los borrachos y los locos. Tal vez tengan razón. En ninguno de
los casos se hallan condicionados por esa autocensura que nos limita la
expresión a la gente “sensata” y razonablemente inserta en un mundo de
falacias, falsedades y convencionalismos hipócritas que nos van condicionando
la vida hasta hacernos ver, o hacer ver que vemos, lo que no existe pero es
plasmado como una realidad por los que orquestan la movida social, marcada de
moral, ética, credos y asunción de los principios y valores sociales imperantes
Por tanto, D. Quijote, que es
considerado como loco, es un excelente denunciante de las maldades, injusticias
y abusos de la sociedad que habita, por lo que acaba autonombrándose “caballero
andante desfacedor de entuertos”. Para ello ataca e intenta destruir los
elementos que simbolizan esa maldad e injusticia.
Los molinos de viento son gigantes que
representan al poder amenazante que somete al mundo desde la atalaya, con sus
provocadores brazos que giran y gesticulan ostentando su dominio. Pero como
este mundo no funciona sin el poder del amor, de la belleza y lo sublime, que
personifica en la mujer, crea una Dulcinea idealizada, que va más allá
representando la exaltación y la máxima motivación que orientan los actos de
los hombres buscando la verdad y la bondad, llevando a la simbiosis de las
almas a través del amor. Y libera a la cuerda de presos que marcha a galeras,
más que por sus delitos, por la necesidad que tiene el reino de galeotes. Y he
aquí otro momento sublime, cuando ataca al rebaño de ovejas confundiéndolo con
un ejército y siendo derribado por las pedradas de los pastores… al fin y al
cabo ¿hay algo más parecido a un rebaño que un ejército donde el soldado no
piensa, solo obedece? Siempre alerta en su locura, a caballo de su ansiedad y
necesidad de hacer justicia, de defender a los necesitados y pobres, a los
humillados y desfavorecidos por la vida, busca de forma continuada la revelación
y el descubrimiento de la injusticia que requiera de sus servicios para
reponerla.
No son solo sus actos de locura,
siempre canalizados hacia la rectitud, hacia la probidad u honradez, sino sus
sabios consejos cargados de sensatez, donde muestra que, de la locura
introspectiva de su esencia y sus valores humanos, resurge la prudencia de la
madurez y el buen criterio de la sabiduría utópica difícilmente asimilable por
el mundo descompuesto y perverso que le rodea, pues no llegan a comprender, dentro
de su analfabetismo racional, emocional y de principios y valores, el mensaje y
preocupación del caballero andante que pretende la perfección y la excelencia
de una sociedad justa y si agravios. Por eso busca “desfacer entuertos”.
Grandes consejos recibe el buen Sancho
de su amo cuando se prepara para gobernar la Ínsula Barataria. Pero me paro en
uno de los más ingeniosos casos de justicia que hubo de resolver el buen Sancho
Panza en su corta actuación como gobernador de la Barataria, cuando su agudeza
le llevó a descubrir que los diez escudos de oro que reclamaba un vecino al
otro estaban escondidos en el báculo de caña; o la buena razón usada para el
caso de la mujer y el ganadero, al que acusaba esta de haberse aprovechado de
su cuerpo y robado a la vez sus ahorros. Con estos y otros casos Cervantes
viene a mostrar que la justicia ejercida desde la sencillez, desde la
inocencia, es más certera que la ejercida desde las leyes escritas para defensa
de unos y aprovechamiento de otros. Este canto al sentido común de un Sancho
Panza analfabeto nos muestra el verdadero entronque de ese sentido común de los
pueblos y la gente.
Como puede verse, Cervantes, no solo
fue un gran escritor, sino un excelente pensador y humanista, que supo,
burlando la censura, criticar a una sociedad corrompida e injusta, bajo el
trato del humor, al situar en la ridiculez social de la locura los valores y
principios humanos más consistentes para el buen gobierno de la sociedad. Al
loco se le está permitido decir lo que en el cuerdo es un pecado irreparable.
El acceso a la verdad les es más fácil a los locos o los niños si se trata en
clave de humor. Si lees el Quijote, la próxima vez, mira entre las líneas, en
las entretelas de la obra, y aflorará, de la mano de la locura, la mayor
sensatez y cordura que representa al buen gobierno de los hombres y mujeres de
este mundo.
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