Hay dos clases de ignorancia, enseña Sócrates al bello Alcibíades: una consiste en creer saber lo que no se sabe y otra, en no saber algo y darse cuenta de ello. Esta última es la que nos permite avanzar en el conocimiento de uno mismo y de las cosas y la primera nos transforma en necios.
El no saber y creer que se sabe es lo que produce el error y la equivocación, mientras que el no saber algo y darse cuenta lo evita pues preguntamos al que sabe.
La hegemonía que ejercen sobre nuestras conciencias los mensajes mediáticos nos han transformado en necios, pues a diario, veinticuatro horas sobre veinticuatro, nos convencen de cómo se piensa, qué se piensa, dónde se piensa, quiénes piensan y para qué se piensa. Hoy las personas creen saber lo que no saben e ignoran lo que deben saber.
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