domingo, 12 de junio de 2016

EL MUNDO CAMBIA CADA DÍA



El mundo cambia cada día, pero hay momentos históricos en que se produce un punto de inflexión, donde se cambia el rumbo de las cosas y aparecen elementos nuevos que condicionan un futuro más desvinculado del pasado.

Nunca antes en la historia de la humanidad, han concurrido tantos elementos que puedan producir ese cambio de forma tan sustancial. No es un planeta que se acerca a colisionar con la tierra, ni un cometa, ni una catástrofe natural que nos haga desaparecer de esta faz, sino un conjunto de variables de contenido social, político, económico, tecnológico, del conocimiento  y humano.

Lo cierto, al menos para mí, es que, en términos generales, esta era ha sido un fracaso. Cargada de guerras, de destrucción, confrontaciones ideológicas intransigentes, integrismo religioso, explotación del hombre por el hombre, desencuentro, etc. Por otro lado, la codicia y la avaricia ha sido una constante como motor de un progreso material que solo trajo consumismo exacerbado, agresión a la naturaleza y expolio de recursos. No se ha conseguido crear una cultura del respeto y la tolerancia, de las sinergias donde se sumen todas las potencialidades de los sujetos, sino que se ha ido adoctrinando en la sumisión al poder, en lugar de a la libertad responsable que es la que suma y fusiona el conocimiento y el crecimiento personal y colectivo.

Las religiones han sido armas y sostén de las ideologías y de los valores culturales de nuestras sociedades, fraguando muchos de los principios imperantes, con su dogmatismo enquistado, con sus credos a ultranza y la negación de otras verdades tan posibles como la propia, han provocado confrontación y caos, guerras y agresiones, imposiciones  y radicalismo. Hoy, existen tendencias claras de tolerancia en muchos casos, pero sigue habiendo integrismo, radicalismos y dogmatismos encapsulados que llevan hasta la inmolación llevándose vidas ajenas por delante… ¡Qué horror!

El momento es de encrucijada y, dependiendo del camino que se tome, iremos a uno u otro lugar, siendo dos los objetivos básicos, que definiría como humanismo y materialismo, y que parecen incompatibles, si bien han de convivir de forma inevitable. Para unos, progreso, es tener muchas cosas, pero para otros el progreso es ser un sujeto desarrollado y realizado en la vida desde la concepción humanista

Hablaba antes de variables de diverso contenido que condicionan el momento y son causa de un posible cambio. Me refería, entre otras, a las de contenido social, donde incluyo la tendencia a garantizar los derechos humanos y otros recogidos en las constituciones, como el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, el de sufragio,  y valores como la equidad, la justicia distributiva, la solidaridad, etc.

Desde el punto de vista político ya se han creado instituciones que, si bien en un principio parecían apropiadas para el conjunto de la ciudadanía, nos han llevado a un campo de mero mercado abierto y libre para los intereses del poder. Se impusieron los intereses del mercado a los de los pueblos. Mientras tanto el político y su prestigio se han ido al carajo, o mejor dicho, ha perdido la credibilidad social, aunque ejerce el poder como si nada hubiera pasado. Sus programas no se cumplen y traicionan al electorado que les dio su confianza para que desarrollara estos programas. Al final se han convertido en aliados de una de las partes, como son los intereses del materialismo capitalista y financiero.

Si analizamos el aspecto financiero, observamos que estamos sometidos a la especulación, a la ingeniería financiera, al chantaje económico y un sinfín de variables que consolidan el poder del dinero sobre cualquier otro. No se están estableciendo políticas económicas que refuercen el poder del Estado, sino que se está desmembrando este para que al final toda actividad productiva esté en manos de las empresas y sus grupos de poder, incluido los servicios públicos elementales y las empresas estratégicas que permiten el funcionamiento de los otros servicios imprescindibles para el desarrollo, como es el suministro de agua, luz, gas, etc.

Otro aspecto de principal importancia es la expansión de la tecnología, su auge y consolidación como motor de desarrollo. Las telecomunicaciones, la televisión, medios audiovisuales, internet, etc., son instrumentos que nos muestran una paradoja entre la bondad de su uso y la maldad de su poder. Por tanto, bien usada, puede ser una fuente de progreso social, pero a la vez, también pueden ser instrumento de manipulación y alienación.

La gestión del conocimiento es otro de los aspectos básicos a considerar. El conocimiento es poder y debería estar al alcance de toda la ciudadanía. La educación gratuita y universal permite ese acceso al conocimiento, pero se están complicando las cosas al incrementar los costes y repercutirlos en el ciudadano usuario. Otra cosa es el adoctrinamiento, que si bien es una vieja práctica dentro del proceso de socialización, debería reenfocarse hacia la formación de sujetos librepensadores, responsables e implicados en la res pública y no sujetos sumisos y alienados.

Finalmente el humanismo, que debería ser la clave en que se moviera la sociedad. Pero los valores humanos que se están desarrollando, al amparo de ese mundo mercantilista y competitivo, chocan de frente con él y lo van eliminando paulatinamente. Como ya he dicho, sobra la codicia, la avaricia, la excesiva competitividad, la usura, el desprecio, la incomprensión, la insolidaridad, la soberbia, etc. Falta una sociedad donde el ser humano esté por encima de cualquier otro valor, que se perciba como la clave y la célula principal del desarrollo, que se entienda que cada cual debe asumir su alícuota parte de responsabilidad en la consolidación social, que, en suma, el ser humano sea el eje donde pivote cualquier actividad social y productiva, la esencia principal y primigenia de la vida en equilibrio con su entorno.

En resumen, el cambio de ciclo ya está en marcha. La dirección es imprevisible, pero vamos por mal camino. La globalización del mundo es imparable, pero se está ejecutando desde el mercado y no desde las personas. En este cocido, en ebullición, donde están los ingredientes en cantidades desproporcionadas, habrá que darle a cada parte su valor y buscar otra interacción que nos lleve a mejor vida.

Tal vez deberíamos establecer procesos educativos para hacer a la gente más libre y responsable, implicados en el devenir de la sociedad. Establecer el humanismo en un sentido de transversalidad, que impregne a toda actividad de esa idea del ser humano como base o pivote de todo.

Si empezamos por aquí y con esas premisas, la cosa empezará a ir mejor. Creo que el camino a recorrer, en esta nueva era, es largo pero que se deberá basar sobre el desarrollo de la persona de forma individual y colectiva y no sobre el sometimiento a poderes fácticos que manipulen y conspiren mafiosamente en la sombra.


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