martes, 28 de junio de 2016

FIESTA DE MOROS Y CRISTIANOS

SE HA CELEBRADO LOS DÍAS 24, 25 Y 26 DE JUNIO LA FIESTA DE MOROS Y CRISTIANOS

* Diversas imágenes de mi hija Carlota, participante mora en esta fiesta.

Carlota

En pleno desfile

Otro momento del desfile

Con papá y con mamá



domingo, 26 de junio de 2016

EL HOMBRE NECESARIO



No sé si necesitas un hombre o un árbol
alto, erguido, robusto, perdurable.
Coger su mano de rama
hasta que se claven en tu palma
las estrías de su corteza
y que ese tatuaje te acompañe
bajo la luz del ocaso.
No sé si necesitas un hombre o un ave
poderosa, rapaz, elegante.
Adormecerte entre sus garras
para que te arrulle sobre cimas rocosas,
libre del naufragio de los mares
y que la verdad de su pico algebraico
sea la medida de tu talle.
No sé si necesitas un hombre o
el instante…
ANÓNIMO



RECONCILIACIÓN




Allá donde el olvido
trace una línea recta
nos reencontraremos,
amigo mío.
En medio de áridos
atajos, sedientos,
podremos contar
de nuevo los pasos
que nos han reunido.
Y sobre las puntas
de nuestros pies
otearemos el camino,
pensando todo lo que
queda por hacer
y lo que juntos
hemos recorrido.

Mª DOLORES F. GUERRERO

jueves, 23 de junio de 2016

LA VIDA PÚBLICA




La vida pública nunca ha dejado de estar llena de indecencia y esterilidad, de ignorantes espabilados, de sujetos deshonestos sin un átomo de vida interior. Ahora todos nos dedicamos a seguir día a día los avatares obscenos de sus mentiras, mientras tratan de hacernos creer que se ocupan de los asuntos de todos. La política real no tiene nada que ver con los problemas de la gente, y mucho menos con sus soluciones. ¿Existió alguna vez en la historia de la humanidad la política útil y silenciosa?


POEMA DE WALT WHITMAN



La vida es desierto y es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia...
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante...
Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con
orgullo y sin miedo...
No permitas que la vida te pase a ti
sin que la vivas...

WALT WHITMAN

EL VERANO Y LA LIBERTAD



La sociedad competitiva y exigente en la que vivimos impone sus rígidas leyes y ahoga la libertad del ser humano. Una de sus cadenas más perversas es el canon de belleza impuesto, que sacraliza un cuerpo perfecto, delgado y ágil identificado, de manera perversa, con el éxito y el prestigio.
Los medios se encargan de recordarnos, en cuanto llegan los primeros calores, que nuestros cuerpos no están presentables, según sus malvadas normas,  y nos convencen de la necesidad de castigarnos con dietas y gimnasios que nos lleven a la soñada perfección,  que dictan ellos.
La sociedad  usa una vez más sus armas de modo sibilino y nos esclaviza con criterios estéticos que nos hacen odiar nuestros cuerpos y horrorizarnos por el paso del tiempo. Nos están vendiendo apariencias. No puede reducirse al ser humano a una mera imagen. Pero, las relaciones personales, sobre todo en medios urbanos, se reducen a encuentros fugaces en los que las apariencias pueden llegar a eclipsar la esencia de los sentimientos. De este modo nos convierten en objetos perecederos, con fecha de caducidad.
Nuestro mundo ha ganado, por fortuna, la batalla a la edad. Pero se niega, paradójicamente a aceptar el envejecimiento. La sacralización de la juventud y la perfección a toda costa no es más que otra cadena añadida a las que lastran la libertad de las personas. Nada hay más gratificante que aceptar dignamente la propia imagen y el proceso vital. Es patético, y suele resultar ridículo, intentar negarlo, pretendiendo evitar lo inevitable. No dejemos que nos amarguen la vida, ni tampoco los veranos en nombre de oscuros intereses y figuras imposibles. Seamos libres.


POEMA DE SILVIA DELGADO




DE NADA SIRVE

De nada sirve una sonrisa cuando es oscura la vida,
tan oscura que, ciega,
sin retinas, se arrastra a duras penas
sobre yermas ilusiones de justicia.

De nada sirven los colores,
de nada las hermosas caligrafías,
de nada sirven los poemas escritos
en oscuras habitaciones,
donde los niños distraen el hambre
llorando hasta faltarles el aire.

De nada sirve decir que aun es todo posible
si pensar en el mañana es pensar en el fracaso
de no tener pan para los hijos,
de no tener ni siquiera una certeza,
de no tener siquiera un sueño tibio con al menos una manta.

De nada sirve que les digan que su tiempo de pobreza ha terminado
que el futuro será su refugio,
que los mesías azotarán a los mercaderes.

De nada sirve, es cicuta para la lucha de clases.
Palabras que nunca se harán hueso y carne.

SILVIA DELGADO

ENERGÚMENOS DESBOCADOS




Siempre hay dispuestas manadas de exaltados para defender o celebrar cualquier idea, cualquier bandera, por absurdas y brutales que sean sus consecuencias. El calor de la muchedumbre, esa sensación de poseer una verdad que la masa nos proporciona, embriaga a los seres perdidos y acaba de convertirlos en energúmenos desbocados.


LA ESTUPIDEZ



Las expresiones del mal y del bien van y vienen, intercambian su superioridad prevaleciendo ahora lo perverso y mañana lo bondadoso. De hecho, todos nos debatimos incansables entre humores de aterciopelada bonhomía y otros de afilada maldad. Sin embargo, en ninguno de ellos nos detenemos mucho tiempo, porque la ética no es esencia sino laberinto, un movimiento caótico más que una estática obstinación. Pero hay algo que siempre permanece a nuestro derredor, algo que nunca deja de condicionar nuestros días, un ideal que, generación tras generación, encuentra a numerosos individuos dispuestos a servirlo y a enarbolar orgullosos su bandera: la estupidez.


NUNCA ES TARDE


"Nunca aprenderemos nada de aquellos que nos dicen
lo que queremos oír".


Nunca es tarde para empezar de cero,
para quemar los barcos,
para que alguien te diga:
-Yo sólo puedo estar contigo o contra mí.

Nunca es tarde para cortar la cuerda,
para volver a echar las campanas al vuelo,
para beber de ese agua que no ibas a beber.

BENJAMÍN PRADO

domingo, 19 de junio de 2016

ALLÁ EN LA HABANA


SILVIA PÉREZ CRUZ canta "Allá en la Habana"




FE Y RAZÓN




Todo ser humano tiene en sí mismo, en su interior, el compendio de los valores que nos permiten la convivencia, aunque las religiones los hayan invocado como suyos; por tanto, sólo habría que despertarlos y reivindicarlos desde la laicidad de los Estados, respetando los credos pero sin aceptar que estos se impongan coartando la libertad de pensamiento de la ciudadanía. Una cosa es la fe y otra la razón. La fe es ciega y personal, sometida a las normas y dogmas de cada religión, mientras que la razón es universal. El problema es cuando se le da a la fe marchamo de razón.


SOBRE EL PODER




El poder en el mundo, desde que es mundo, se ha basado en el control de los recursos, de los bienes y, para ello, se ha recurrido a las diversas formas de poder: recompensa, coercitivo, experto, referente, legítimo y, en nuestra era, democrático. Lo importante era controlar los recursos y los medios de producción y en ello andan.

Y si hablamos de recursos…  ¿para qué sirve un Estado? Un Estado no tiene sentido si no está para garantizar que cada uno de los ciudadanos tenga cubiertas sus necesidades básicas, su alimentación, cobijo, abrigo, educación y salud, amén de otra cosas de orden superior. Eso lo reconocen las constituciones modernas, pero, en general, se las pasan por el forro al aprobar las leyes que las desarrollen. 

El poder, por tanto, está en el control del recurso. Se tendrá más poder si ese recurso es imprescindible para la supervivencia. Dado que el instinto principal del ser humano, o sea, el objetivo primordial, es la supervivencia de la  especie a través del protagonismo personal de cada individuo, este se ve obligado a priorizar aquellos elementos que necesita para ello.

El poder lo ostentan unos pocos desde siempre y los otros se dedican a producir bienes de consumo que inundan el mercado en beneficio de los poderosos que son los dueños de los recursos. Eso ha pasado siempre y sigue pasando, porque hay miopes, egoístas, codiciosos y avaros, que entienden su mayor beneficio desde la pobreza de los demás.

El gran beneficio social está en conseguir ciudadanos competentes, creativos, con capacidad de enfrentarse y resolver los problemas desde la implicación responsable, crear una sociedad sana de gente realizada y contenta consigo misma, motivada y socialmente solidaria. Ahí ganamos todos porque hay un mecanismo de sinergia que nos enriquece como personas. Aquí entra en juego el Estado, la conveniencia de tener un gobierno democrático, que procure el bien del colectivo y no de unos cuantos para hacer a la sociedad más libre y humanamente rica, en humanismo, desde la soberanía del ciudadano. Un Estado que controle el mercado y la producción de bienes desde la conveniencia social y la sostenibilidad para garantizar el progreso del ser humano en equilibrio con el entorno. Que neutralice esa codicia mercantilista y haga que este se someta a los intereses del colectivo general, como ya he apuntado.

Pero eso no es lo que se pretende. Es el mercado el que está adueñándose de los recursos, que se traducen en finanzas en un último sentido, y al controlar los recursos someten al pueblo y al propio Estado, como se está viendo. El juego se ha impuesto a la razón y, perdida la razón, vienen los miedos, el terror a quedar marginado por ese poder que se antoja cada vez más inhumano, cruel e insensible, pues no son personas razonables y de moral límpida las que lo ostentan, sino organizaciones macroeconómicas dirigidas, entre bastidores, por mafias poderosas.

Por tanto, si el Estado no controla los recursos básicos como alimentación, agua, vivienda, educación, sanidad, empleo, etc. y los deja en manos de grupos privados de poder con intereses de mercado ajenos al colectivo social, acabaremos a los pies de esas organizaciones que nos van apretando el lazo en la garganta hasta hacernos rendir por la miseria. En lugar de evolucionar los países en vías de desarrollo acabaremos involucionando nosotros hacia su situación actual. 

PREVISORES




Entre los pueblos antiguos, una de las profesiones más acreditadas se dedicaba a escudriñar el futuro en las entrañas de los animales sacrificados, el vuelo de determinadas aves o las más peregrinas manifestaciones de la mudable naturaleza que imaginarse puedan. Hombres poderosos y sensatos confiaron en esas adivinaciones hasta el punto de poner en peligro sus vidas y el destino de naciones por causa de una tonalidad menos carmesí de lo común en la sangre de un becerro. Aún hoy, pese al descrédito de las supersticiones, proliferan pitonisas y arúspices en canales de televisión infames y nocturnos, destinados al saqueo de almas cándidas sin que a nadie se le ocurra vetar tales embaucamientos.
Quizás sea porque hay quien vive de fraudes similares hoy día. ¿De qué otra cosa sino de revelaciones agoreras podemos calificar los alarmantes avisos de entidades crediticias, banqueros y agencias calificadoras cuando nos persuaden sobre a quién tenemos que preferir, dónde tenemos que encaminar nuestra voluntad de ciudadanos si no queremos perder de vista ese crecimiento económico convertido en piedra filosofal de la deriva de Occidente? Y no solo se trata de defender a los propios, cosa que se deduce llanamente cuando comprobamos el apego de estos adivinos de pacotilla hacia las derechas de toda la vida. Esto siempre fue así: los hechiceros se postraban mezquinos ante el poderoso como una forma de justificar y aferrarse a su vil canonjía. Solo que ahora sucede al revés: el poder se arrastra ante tales adivinaciones como si fueran reales, porque acabamos por temerlas. Pero aún hay más. En la época de Julio César, estos oráculos habrían dado con sus huesos en galera. No otro lugar merecen sus sonoros desatinos y el descrédito ganado con predicciones una y mil veces rectificadas, una y mil veces falsas, una y mil veces interesadas. Pero ahí siguen, señalando que todo irá mal si no hacemos lo que dicen. Y hacemos lo que dicen. Y todo va mal.

viernes, 17 de junio de 2016

¿DÓNDE ESTÁN LOS MOTIVOS PARA ESTAR CONTENTO?




Estoy pasando una mala racha donde me invade una sensación de nimiedad vital que me lleva a estar tremendamente disgustado con el mundo. No suelo ver la tele salvo excepciones puntuales. Me asquean los impresentables contenidos del mundo de la farándula y las salsas rosas de las narices con presentadoras/es impresentables, cotillas invasoras de intimidades que buscan la distracción de un pueblo sumido en un estado catatónico, letárgico, ante el tobogán que nos conduce a la miseria social. No soporto a los políticos y comentaristas prepotentes  que quieren sembrar opinión ex cátedra,  como si ellos fueran los guías de occidente, las estrellas fugaces que nos lleven al futuro deslumbrante. No leo la prensa sectaria y partidista, manipuladora y cerril que solo busca arrimar el ascua a la sardina de su dueño y señor, del capital que la compró y la sostiene para su propio beneficio, creando opinión pública desde la mediocridad y la sumisión al sistema, empeñándose en presentarlo sin alternativa a una política de gobierno que nos lleva  a la desgracia social, que consolida el capital como la base y motor del progreso material y deja al verdadero progreso, el social y político, el desarrollo personal, en una cuneta dominada por el paro, el hambre y la miseria humana…

Duele en el alma sentir la sinrazón manipulante que no entiende de vida humana, sino de salidas florales a una banca maldita y chantajista que nos lleva a la ruina a todos para enriquecerse ellos desde la deshumanización y la gélida frialdad de cifras y letras impagadas.

Mientras, el mundo político, atrapado en su indolencia, chantajeado y vendido, sometido a extraños intereses subterráneos, jugando con su bien y nuestro mal, se limita a darle salida a la crisis en la línea que le marcan aquellos que la produjeron. Sorprende la situación de unos políticos que no cumplen lo que dicen, por lo que se  les votó, sino que llevan su programa oculto para servir a su señor, al dinero, para servirse de él y garantizar su mañana y el de los suyos, para ejercer el nepotismo en su familia y partido.

Es Estado, que debió concebirse como garante de la justicia social y guardián y gestor del bienestar y desarrollo de la ciudadanía, está siendo desmontado. Primero por los propios políticos en los que se ha perdido la fe, a los que se ha denostado y vilipendiado metiéndolos a todos en el mismo saco, anulando los posibles bienintencionados y de verdadera vocación política, de servicio a la ciudadanía. La corrupción generalizada los afecta a todos y pagan justos por pecadores. Segundo por el interés inquebrantable de las sociedades e intereses ocultos, que rigen el mundo desde bambalinas, que han globalizado la economía a nivel mundial, para poder campar a sus anchas sin tener que someterse a los caprichos legislativos de Estados a los que se pueden dejar en evidencia y noquearlos económicamente en cuanto no se ajusten y sometan a sus intereses. Lo sabemos, lo estamos sufriendo en nuestras propias carnes… fuga de capitales, fraude fiscal, deslocalización empresarial, globo inmobiliario, recortes donde más duele; mientras el mundo político, servil a esos intereses ocultos se mantiene incólume a sus propias corrupciones, con sus grandes sueldos y prebendas… Pero no nos podemos olvidar de las empresas que muestran su poderío en la capacidad de decidir sobre si crean empleo o no y en qué condiciones. El chantaje del mercado laboral está servido y si no se bajan los salarios no hay empleo. Se ha creado la opinión que más vale un mal empleo que el desempleo, que mejor nos sometemos antes de ser despedidos, pues las leyes nos han abandonado a nuestra suerte ante la arbitrariedad del contratante.

Se ha perdido la gran filosofía que justifica la existencia de los Estados, que debería  ser el punto donde pivotara toda política económica y social, consistente en la sumisión de todos los intereses al bien común, a los intereses sumos del conjunto de la ciudadanía, a un sistema sostenible en el tiempo, donde el mercado, la empresa, producción de bienes, etc. estuviera al servicio del ciudadano y no al revés. No podemos ser esclavos del dinero cuando el dinero debería estar al servicio del ser humano. El Estado tiene su justificación en la gestión social de todos los medios de producción, en la normalización y legislación que establezca cauces de desarrollo justos donde prevalezca el ser humano sobre cualquier otra consideración. Hoy, por desgracia, asistimos a todo lo contrario, un Estado deshumanizado, con intereses de grupo ocultos, con maledicencia y engaño, donde el poder en la sombra mueve los hilos de las decisiones y la engañifa para buscar el enriquecimiento de las grandes empresas abandonando a su suerte a trabajadores y pequeños y medianos empresarios.

No, no estoy contento. No es de mi agrado esta dinámica en la que estamos metidos, donde la globalización nos atrapa en las manos de las multinacionales y del capital, del mundo de las finanzas y el dinero como valor de primera magnitud, dejando a un lado la solidaridad, el equilibrio, la justicia social, la equidad… Ya no se nos desahucia de la casa, sino de la vida digna, de la calidez humana. Ya no se trata de ver pasar al funcionario del juzgado y la policía que nos echen a la calle de nuestra propia vivienda, sino de marginarnos de la vida misma, de los derechos humanos y constitucionales…  Derecho a la vivienda, a la salud, a la educación y, como digo, a la vida digna.

¿Dónde están los motivos para estar contento? 

CONFIANZA EN LA POLÍTICA




La política se degrada mientras afloran actitudes de indiferencia o resignación. Poco o nada se puede hacer, dicen algunos, mientras alejan sus miradas de ese espacio incómodo y falto de interés en que se ha convertido cuanto tiene que ver con ella. Y, sin embargo, lo cierto es que la democracia se apoya en un sistema de partidos, de debates y de encuentros electorales de los que no podemos ni debemos evadirnos. ¿Cómo resolver la contradicción surgida entre el desengaño hacia quienes deterioran el discurso, y la forma de hacer política, y la necesidad de contar con ellos pues son los que nos representan, para que nuestros problemas sean entendidos como merecen y resueltos como es debido? Sin duda alguna, votando y exigiendo. No podemos mirar para otro lado ni abandonarnos a la desesperanza o el rechazo, movidos por el prurito de no vernos contaminados. Pues es entonces cuando la democracia se deteriora, las instituciones se corrompen y los aprovechados y oportunistas de turno y toda laya emponzoñan la vida pública hasta hacerla irrespirable.

Sigo confiando en la política y en muchos de quienes la ejercen. Porque si, desencantados por los comportamientos de individuos que abusan indecentemente de ella y desilusionados ante discursos de una aplastante mediocridad, nos alejamos de la política... ¿Dónde recalaremos cuando de defender nuestros derechos se trata? ¿A quién recurriremos para que se nos oiga y nuestras voces sean algo más que un mero reclamo testimonial? ¿Qué nos queda si nos refugiamos en la desesperanza y el individualismo? Conozco a políticos honestos, que se empeñan en mejorar la vida de los ciudadanos y que dan lo mejor de sí mismos a favor de causas nobles. Gentes honestas, sinceras y generosas, que las hay.  Me quedo con ellos a la espera de que su ejemplo cunda. Es un asidero frente a la mar gruesa en la que estamos sumidos. 

Pero tampoco me hago demasiadas ilusiones. Bien sea porque la dinámica de los partidos propende a ello, bien porque las personas que mejor pudieran hacerlo abominan de las pautas de comportamiento dominantes para acabar eludiendo cualquier tipo de compromiso, bien porque el sistema sobreprima la lealtad y la sumisión a la capacidad y a la inteligencia, lo cierto es que el panorama no invita al optimismo.


jueves, 16 de junio de 2016

LA INSOLIDARIDAD FISCAL




Tanta y tan espectacular es la profusión espacialmente alcanzada por los refugios del dinero evadido de sus lugares de origen, que nada sorprende el número y las características de quienes se acogen a las posibilidades del enriquecimiento fácil que les ofrecen, simplemente motivados por el lucro personal y la insolidaridad con sus conciudadanos. Cuando se les descubre, recurren a las mismas martingalas y sofismas argumentales para justificarse sin importarles ofrecer, haciendo gala de una inmensa caradura, una mezcla de ingenuidad, cinismo, desfachatez y estulticia, que entienden como un "precio" a pagar como deterioro de imagen, a sabiendas de que el paso del tiempo todo lo diluye mientras permanece incólume la riqueza preservada, que es, es esencia, lo que les interesa. Tampoco les importa que su actitud evasora y especulativa revele contradicciones ideológicas con sus proclamas aparentemente progresistas, que ahora llaman la atención - mostrándose falaces - cuando estaban escudadas en comportamientos antitéticos, nada edificantes. 

Ciertamente son legión los que se adscriben a los sacrosantos postulados de la economía golfa, pero no son los más. La mayoría la forman los ciudadanos honrados, luchadores, trabajadores, los que entienden que la justicia tributaria es inherente a la justicia socio-espacial, razón de ser de comportamientos sensibles con lo que significa contribuir al erario público, porque son conscientes de lo que lo público significa. Son los únicos ciudadanos que interesan, los defensores de lo público, con todas las connotaciones que ello encierra. De ahí el valor de la transparencia, venga de donde venga y tan a menudo perseguida, porque es lo que permite poner a cada cual en su sitio, esto es, dignificar la labor de los contribuyentes honestos y poner al descubierto la catadura de los sinvergüenzas que, reconocidos e incluso ocasionalmente admirados por su relumbrón, acaban siendo - si no delincuentes - personajes de bajísima estofa. Sin excepciones ni matices. Ya está bien.

QUE NO SE PONGA LA NOCHE



Que no,
que no se ponga la noche
que no se oscurezca el día
sin que las estrella den
nueva albor a tanta inquina.

Que son muchas amenazas
que quieren tornar la luz
en los oscuros senderos
marcados por la codicia.

Ya nos quitan los valores
ya nos alienan la vida
ya nos quieren volver tontos
para tragar la inmundicia.

No, no quiero la oscuridad
donde confundan las mentes
donde me maten los sueños
con terrores indecentes
que me lleven a sufrir
la violencia insolidaria
que siembran con la perfidia.

El mundo que están creando
es un mundo de injusticia
donde todo ser humano
ha de hincarse de  rodillas
adorando al dios dinero
y al mundo capitalista.

Ellos, que son sus lacayos
nos engañan cada día
nos prometen mejor vida
a través de felonías,
pero solo es para ellos
los miembros de su partida
los que van chalaneando
entre avaricia y codicia,
los que mienten más que hablan
los que gobiernan y mandan
los que esconden su malicia.

No, antes de llegar la noche
sembrada por este día
quiero que cambien las cosas
quiero que vuelva otra vida
donde el ser humano sea
el dueño de su partida,
quien decida por sí mismo
cómo ha de forjar sus días.



LA MADRE TIERRA



Las mujeres y los hombres somos parte de la naturaleza, no somos sus dueñas o dueños. Nos urge recordar esto para volver a proteger a la madre tierra, nuestra única y verdadera fuente de vida.



CAMINAR NOS LLEVA DE UN LADO A OTRO



Mientras camino, pienso sobre lo desinformados que estamos aún con los medios que hay. En esa bola enorme que crean los poderes, esos que en la sombra nos van poniendo cortapisas para pronunciarnos, para andar, para caminar en esa libertad que nos pertenece.

Y pienso, en las personas que en ese caminar tienen una fuerza y una capacidad para la resistencia, porque de resistir se trata, de crear, de inventar, de buscar resquicios para poder mostrar otra manera de hacer, otro mensaje, otro camino más justo. Porque no son tantos los que tienen el dinero y el poder comparado con los que sufren el abuso del mismo.



POEMA DE ÁNGELA FIGUERA


QUIERO CRUZAR ALEGRE


Quiero cruzar alegre
entre la gente sin que
me cause miedo la
mirada de los que
labran la tierra golpe a golpe, de los que
roen tiempo palmo a palmo, de los
que llenan pozos gota a gota

ÁNGELA FIGUERA

domingo, 12 de junio de 2016

REGENERACIÓN MORAL DE LA SOCIEDAD




A menudo cuando se alude al éxito fulgurante de alguien, recuerdo haber oído, como razón explicativa, aquello de que "es muy listo y le va muy bien; se dedica a sus negocios". Si se intenta aclarar de qué negocios se trata, la respuesta suele insistir en la vaguedad del argumento: simplemente de "sus negocios". Sin más detalles. Siempre he pensado que tras esta denominación tan genérica algo inconfensable o turbio debía esconderse. Pero daba igual. Las crónicas de sociedad y los comentarios de toda laya anteponían las manifestaciones del éxito que depara la fortuna a cualquier otra matización que pudiera cuestionar el modo de conseguirlo. Si, por el contrario, se trata de enjuiciar las razones de la situación en que se encuentra quien no ha logrado el mismo relumbrón, la opinión se decanta a favor de circunstancias que sobre todo tienen que ver con la torpeza del sujeto o, de manera más eufemística, con su falta de ambición. "Le falta ambición. No tiene agallas", es el argumento antitético del anterior.

Que conste que siento admiración por quienes de forma transparente, sin ocultaciones ni medias tintas, acometen decisiones de riesgo que se traducen en la creación de empresas y en la consiguiente generación de riqueza y empleo. Estos "capitanes de empresa", suscitan el máximo respeto cuando se aprecian los resultados de su gestión y los procedimientos de que hacen uso para conseguirlos con la ética propia de quien arriesga sin incurrir en corruptelas ni en prácticas que contravienen la ley.

En cambio, ninguna consideración positiva hay que otorgar a los que utilizan el "todo vale" para sus propósitos, componendas y enriquecimientos, confortablemente instalados en la "ley de la selva" que todo lo permite. Amparándose en niveles de tolerancia inadmisibles, que acaban creando tramas de intereses donde lo público y lo privado se confunden, entienden el concepto de honradez como una antigualla, como expresión de una debilidad o como testimonio de una torpeza que lleva, a quienes la practican, a la condición de perdedores.

Es probable que la crisis que estamos viviendo aporte un efecto benéfico en ese sentido, es decir, contribuya al fortalecimiento de una regeneración moral de la sociedad que, refractaria a la cultura del pelotazo financiero, coloque a cada cual en su sitio, al entender que la falta de honradez de que han hecho gala los artífices de la catástrofe no merece más actitud que el desprecio, el rechazo sin paliativos y, siempre que sea posible, la penalización más contundente. 

EL MUNDO CAMBIA CADA DÍA



El mundo cambia cada día, pero hay momentos históricos en que se produce un punto de inflexión, donde se cambia el rumbo de las cosas y aparecen elementos nuevos que condicionan un futuro más desvinculado del pasado.

Nunca antes en la historia de la humanidad, han concurrido tantos elementos que puedan producir ese cambio de forma tan sustancial. No es un planeta que se acerca a colisionar con la tierra, ni un cometa, ni una catástrofe natural que nos haga desaparecer de esta faz, sino un conjunto de variables de contenido social, político, económico, tecnológico, del conocimiento  y humano.

Lo cierto, al menos para mí, es que, en términos generales, esta era ha sido un fracaso. Cargada de guerras, de destrucción, confrontaciones ideológicas intransigentes, integrismo religioso, explotación del hombre por el hombre, desencuentro, etc. Por otro lado, la codicia y la avaricia ha sido una constante como motor de un progreso material que solo trajo consumismo exacerbado, agresión a la naturaleza y expolio de recursos. No se ha conseguido crear una cultura del respeto y la tolerancia, de las sinergias donde se sumen todas las potencialidades de los sujetos, sino que se ha ido adoctrinando en la sumisión al poder, en lugar de a la libertad responsable que es la que suma y fusiona el conocimiento y el crecimiento personal y colectivo.

Las religiones han sido armas y sostén de las ideologías y de los valores culturales de nuestras sociedades, fraguando muchos de los principios imperantes, con su dogmatismo enquistado, con sus credos a ultranza y la negación de otras verdades tan posibles como la propia, han provocado confrontación y caos, guerras y agresiones, imposiciones  y radicalismo. Hoy, existen tendencias claras de tolerancia en muchos casos, pero sigue habiendo integrismo, radicalismos y dogmatismos encapsulados que llevan hasta la inmolación llevándose vidas ajenas por delante… ¡Qué horror!

El momento es de encrucijada y, dependiendo del camino que se tome, iremos a uno u otro lugar, siendo dos los objetivos básicos, que definiría como humanismo y materialismo, y que parecen incompatibles, si bien han de convivir de forma inevitable. Para unos, progreso, es tener muchas cosas, pero para otros el progreso es ser un sujeto desarrollado y realizado en la vida desde la concepción humanista

Hablaba antes de variables de diverso contenido que condicionan el momento y son causa de un posible cambio. Me refería, entre otras, a las de contenido social, donde incluyo la tendencia a garantizar los derechos humanos y otros recogidos en las constituciones, como el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, el de sufragio,  y valores como la equidad, la justicia distributiva, la solidaridad, etc.

Desde el punto de vista político ya se han creado instituciones que, si bien en un principio parecían apropiadas para el conjunto de la ciudadanía, nos han llevado a un campo de mero mercado abierto y libre para los intereses del poder. Se impusieron los intereses del mercado a los de los pueblos. Mientras tanto el político y su prestigio se han ido al carajo, o mejor dicho, ha perdido la credibilidad social, aunque ejerce el poder como si nada hubiera pasado. Sus programas no se cumplen y traicionan al electorado que les dio su confianza para que desarrollara estos programas. Al final se han convertido en aliados de una de las partes, como son los intereses del materialismo capitalista y financiero.

Si analizamos el aspecto financiero, observamos que estamos sometidos a la especulación, a la ingeniería financiera, al chantaje económico y un sinfín de variables que consolidan el poder del dinero sobre cualquier otro. No se están estableciendo políticas económicas que refuercen el poder del Estado, sino que se está desmembrando este para que al final toda actividad productiva esté en manos de las empresas y sus grupos de poder, incluido los servicios públicos elementales y las empresas estratégicas que permiten el funcionamiento de los otros servicios imprescindibles para el desarrollo, como es el suministro de agua, luz, gas, etc.

Otro aspecto de principal importancia es la expansión de la tecnología, su auge y consolidación como motor de desarrollo. Las telecomunicaciones, la televisión, medios audiovisuales, internet, etc., son instrumentos que nos muestran una paradoja entre la bondad de su uso y la maldad de su poder. Por tanto, bien usada, puede ser una fuente de progreso social, pero a la vez, también pueden ser instrumento de manipulación y alienación.

La gestión del conocimiento es otro de los aspectos básicos a considerar. El conocimiento es poder y debería estar al alcance de toda la ciudadanía. La educación gratuita y universal permite ese acceso al conocimiento, pero se están complicando las cosas al incrementar los costes y repercutirlos en el ciudadano usuario. Otra cosa es el adoctrinamiento, que si bien es una vieja práctica dentro del proceso de socialización, debería reenfocarse hacia la formación de sujetos librepensadores, responsables e implicados en la res pública y no sujetos sumisos y alienados.

Finalmente el humanismo, que debería ser la clave en que se moviera la sociedad. Pero los valores humanos que se están desarrollando, al amparo de ese mundo mercantilista y competitivo, chocan de frente con él y lo van eliminando paulatinamente. Como ya he dicho, sobra la codicia, la avaricia, la excesiva competitividad, la usura, el desprecio, la incomprensión, la insolidaridad, la soberbia, etc. Falta una sociedad donde el ser humano esté por encima de cualquier otro valor, que se perciba como la clave y la célula principal del desarrollo, que se entienda que cada cual debe asumir su alícuota parte de responsabilidad en la consolidación social, que, en suma, el ser humano sea el eje donde pivote cualquier actividad social y productiva, la esencia principal y primigenia de la vida en equilibrio con su entorno.

En resumen, el cambio de ciclo ya está en marcha. La dirección es imprevisible, pero vamos por mal camino. La globalización del mundo es imparable, pero se está ejecutando desde el mercado y no desde las personas. En este cocido, en ebullición, donde están los ingredientes en cantidades desproporcionadas, habrá que darle a cada parte su valor y buscar otra interacción que nos lleve a mejor vida.

Tal vez deberíamos establecer procesos educativos para hacer a la gente más libre y responsable, implicados en el devenir de la sociedad. Establecer el humanismo en un sentido de transversalidad, que impregne a toda actividad de esa idea del ser humano como base o pivote de todo.

Si empezamos por aquí y con esas premisas, la cosa empezará a ir mejor. Creo que el camino a recorrer, en esta nueva era, es largo pero que se deberá basar sobre el desarrollo de la persona de forma individual y colectiva y no sobre el sometimiento a poderes fácticos que manipulen y conspiren mafiosamente en la sombra.


sábado, 11 de junio de 2016

MIRAR PARA OTRO LADO





Mirar para otro lado es lo más fácil del mundo. "Ojos que no ven, corazón que no siente", dice un cínico refrán español, con el que se quiere significar lo cómodo que resulta eludir un problema simplemente con el deseo de no querer verlo. Esconder la cabeza, como el avestruz, con la mirada en el hoyo. Y, sin embargo, no por eso los problemas se desvanecen o pierden su gravedad. Los problemas existen porque son consustanciales a nuestra realidad, contradictoria y repleta de injusticias y desigualdades. Están por doquier y, sin quererlo, se topan con nosotros porque ellos mismos afloran y se difunden por la sencilla razón de que sus orígenes tampoco nos son indiferentes. Somos parte del problema, vivimos con él y lo sentimos como nuestro, aunque las soluciones se nos escapen.

Ahora bien, no se trata de adoptar una actitud permanente y obsesiva de mala conciencia porque las cosas no sean como nosotros desearíamos. ¡Qué más quisiéramos quienes ansiamos un mundo mejor que las situaciones no fuesen tan dramáticas! Hay sin duda fuerzas y factores que trascienden a nuestra capacidad de acción y a las que cabe atribuir responsabilidades cuya incidencia nosotros mismos lamentamos, incapaces e impotentes de hacer nada o muy poco para resolverlo. Pero de ahí a eludir la mirada de la realidad, asumir su existencia sin paliativos, hay un gran trecho. Es el que separa el compromiso de la indiferencia. El que nos distingue y enaltece como seres humanos frente a la estupidez de los que presumen de ignorancia, pensando que de ese modo se liberan de lo que intentan desconocer. Sinceridad frente a necedad, conciencia frente a alienación, humanismo frente a barbarie: ese es el dilema.

POEMA DE LEÓN FELIPE


No he venido a cantar




No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra.
No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente para que me canonicen cuando muera.
He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar,
por el río
y por la nube…
y en las lágrimas que se esconden
en el pozo,en la noche
y en la sangre…
He venido a mirarme la cara en todas las lágrimas del mundo.
Y también a poner una gota de azogue, de llanto, una gota siquiera de mi llanto.
en la gran luna de este espejo sin límites, donde me miren y se reconozcan los que vengan.
He venido a escuchar otra vez esta vieja sentencia en las tinieblas:
Ganarás el pan con el sudor de tu frente
y la luz con el dolor de tus ojos.
Tus ojos son las fuentes del llanto y de la luz.

León Felipe