domingo, 18 de septiembre de 2016

ETAPAS DE LA VIDA



Cuando uno atraviesa etapas de la vida de las que está disconforme, que no le satisface casi nada de lo que hace, piensa de manera equívoca que de haber tomado otro camino, de haber seguido algunas recomendaciones, de haber dado un paso oportuno en el límite en lugar de quedarse uno parado o simplemente dudando, podría haber obtenido al menos una parcela de la tierra prometida, pero ese tipo de idea, tentadora y asaz engañosa, solo se suele tener cuando algo no va bien y no deja de ir mal, aunque es cierto que no hay situaciones que se inclinen perpetuamente de un lado u otro, de la satisfacción o de la carencia, de la risa o del llanto, del clamor o del silencio, también es evidente que su duración puede ser larga, y eso no es bueno porque si se piensa bien al acostumbrarse uno a la normalidad que nos parece segura y que nos da con generosidad se está enrocando en creer que el mundo o al menos su vida siempre va a ser así, y el día que deja de ser como uno consideraba que iba a ser para casi la eternidad la persona no sabe reaccionar con suficiente paciencia y cae en un desánimo para el que no se había preparado antes, y de la misma manera hay personas para las que los ciclos duros parece que no cesan nunca y viven en un constante deterioro, a veces fatídico, he visto individuos perecer por no remontar sus circunstancias negativas, individuos que no han podido separar sus posibilidades de las circunstancias que les atenazaban dolorosamente, y entonces cuanto les rodea les va cercando y suplanta su mente, toma como rehén las ilusiones y no digamos cómo merma su capacidad de pensamiento, sus márgenes de discernimiento, su capacidad de reacción, no saben decir basta y solo un destello al borde de la desgracia final puede salvar a algunos, porque aún mantenían una brizna de fe en el resquicio luminoso que sin duda se cuela en la vida de todos los hombres, y eso depende de que se quiera ver, de admitir siquiera un leve panorama desde donde se puede rehacer la vida, es por todo esto que uno observa por lo que deduce que no conviene renegar en exceso de lo que se tiene o hemos tenido, no hablo de resignación ni de una conformidad malsana, que la hay, aquella en que uno vende su dignidad a cambio de pertenecer a otro, hablo de disponer de lo que aún tenemos para hallar sendas prudentes que aún nos proporcionarán satisfacciones placenteras y beneficios saludables, y en mis palabras se escucharán ecos optimistas, pero solo hablo de situar al ser que llevamos a cuestas, o que nos lleva a nosotros, y tomar una dirección a tiempo cuando las cosas no marchan, y no me da gusto parecer un moralista, ni un clérigo, ni mucho menos un consejero de autoayuda, que viene a ser lo mismo, pero eso ya depende de que el otro que me oye me quiera entender. 

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