jueves, 15 de septiembre de 2016

UNA CIERTA SENSACIÓN DE INTERREGNO




Metidos en el ruido cotidiano uno va a lo suyo, a sus cosas, compromisos y quehaceres,  y de pronto algo lo detiene y percibe una extraña sensación de tiempo sin normas, de interregno. Y no lo digo porque literalmente España no tenga gobierno definitivo o porque haya un decidido choque de intereses entre el gobierno provisional y el Congreso de diputados ni porque un parlamento autonómico esté decidido a no cumplir la ley, en una huida hacia adelante que no dejará más que fracturas de imposible cicatrización ni porque por aquí tengamos la sensación de que nunca se cierran los juicios por corrupción abiertos, como si todos fueran el mismo y los viviéramos en bucle sin solución de continuidad. Lo digo metafóricamente.

España, Europa, me temo que el mundo, vive una situación de paréntesis entre lo que no fue y lo que aún no es. No hay nada que impulse el mundo más allá de la fabricación de tecnología que se aplica a soluciones concretas, aspectos de la vida prácticos pero para cuya aplicación decide el dinero requerido en la investigación y desarrollo. El ser humano cada vez es más eso, un pseudoandroide. Pero no sabe dónde quiere ir.

Nuestro tiempo se caracteriza por la indefinición, incluso en la terminología para definirlo. Para unos vivimos una post-postmodernidad o ultramodernidad, para otros una neomodernidad. Supongo que estos últimos quieren impulsar la construcción de una especie de nuevo pacto entre los seres humanos a partir de aquellas grandes ideas que nos hicieron salir del servilismo del Antiguo Régimen pero sin llegar a caer en el dogmatismo de las ideas de la modernidad que nos condujeron a los desastres de las guerras mundiales, la división en bloques del mundo y la devastación del planeta. Pero esto aún no ha calado ni entre la población mundial ni entre los dirigentes, que se mueven ante la urgencia del corto plazo. De ahí la falta de urgencia para solucionar el interregno español, pero también -y eso es lo peor-, la escalada de ideas ultraconservadoras, radicales o extremistas que ven en el otro el enemigo y no un igual. Y que ante la falta de impulso y buen gobierno todo quede al estricto manejo del mundo financiero.

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