Metidos en
el ruido cotidiano uno va a lo suyo, a sus cosas, compromisos y
quehaceres, y de pronto algo lo detiene
y percibe una extraña sensación de tiempo sin normas, de interregno. Y no lo
digo porque literalmente España no tenga gobierno definitivo o porque haya un
decidido choque de intereses entre el gobierno provisional y el Congreso de
diputados ni porque un parlamento autonómico esté decidido a no cumplir la ley,
en una huida hacia adelante que no dejará más que fracturas de imposible
cicatrización ni porque por aquí tengamos la sensación de que nunca se cierran
los juicios por corrupción abiertos, como si todos fueran el mismo y los
viviéramos en bucle sin solución de continuidad. Lo digo metafóricamente.
España,
Europa, me temo que el mundo, vive una situación de paréntesis entre lo que no
fue y lo que aún no es. No hay nada que impulse el mundo más allá de la
fabricación de tecnología que se aplica a soluciones concretas, aspectos de la
vida prácticos pero para cuya aplicación decide el dinero requerido en la
investigación y desarrollo. El ser humano cada vez es más eso, un
pseudoandroide. Pero no sabe dónde quiere ir.
Nuestro tiempo se caracteriza por la indefinición,
incluso en la terminología para definirlo. Para unos vivimos una
post-postmodernidad o ultramodernidad, para otros una neomodernidad. Supongo
que estos últimos quieren impulsar la construcción de una especie de nuevo
pacto entre los seres humanos a partir de aquellas grandes ideas que nos hicieron
salir del servilismo del Antiguo Régimen pero sin llegar a caer en el
dogmatismo de las ideas de la modernidad que nos condujeron a los desastres de
las guerras mundiales, la división en bloques del mundo y la devastación del
planeta. Pero esto aún no ha calado ni entre la población mundial ni entre los
dirigentes, que se mueven ante la urgencia del corto plazo. De ahí la falta de
urgencia para solucionar el interregno español, pero también -y eso es lo
peor-, la escalada de ideas ultraconservadoras, radicales o extremistas que ven
en el otro el enemigo y no un igual. Y que ante la falta de impulso y buen
gobierno todo quede al estricto manejo del mundo financiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario