martes, 20 de septiembre de 2016

LAS ESCUPIDERAS Y EL MEDIO AMBIENTE



Cuentan quienes vivieron ese tiempo de silencio, con todas las insuficiencias propias de las circunstancias, que aquel recipiente era indispensable entre el mobiliario de uso de los locales públicos. Me estoy refiriendo a las escupideras de la inclemente posguerra, cuando entre otras admoniciones de obligado cumplimiento figuraba la de no escupir en el suelo. Tal prohibición era indicio sin duda de que el gargajo no estaba ni muchos menos desterrado de las malas costumbres de esos desventurados años, sino muy a tono con aquellos bacines de loza ubicados discretamente en las esquinas.

Escupir en la calle es una costumbre que todavía no ha desaparecido de las prácticas guarras visibles en nuestras aceras. Tampoco de los campos de fútbol, donde jugadores de mucha o poca ficha abusan tanto del salivazo como de lo que un amigo mío llamaba gargajo en cerbatana, esto es, el que se desaloja sobre el césped a golpe de nariz, cerrando con un dedo uno de sus orificios y dejando el otro franco para la rauda excreción.

Otro vicio muy afincado en los barrios húmedos o históricos de nuestras ciudades, aquellos que suelen ser más pródigos en bebederos, es el de la meada al aire.

He llegado a pensar que esto de las perdurables taras del gargajo y la meada callejeras, como contravención a las más mínimas normas de higiene y respeto a los demás y a la ciudad donde se habita, no deben ser muy ajenas a otras lacras que nos caracterizan en nuestras relaciones de convivencia y que se mantienen por encima del paso del tiempo y los supuestos avances en educación y cultura. Por referirme a la que no debería admitir ninguna duda en ese sentido, por su relación con las expuestas, señalo la que sitúa a España a la cabeza de la Unión Europea como nación más desconsiderada con el medio ambiente.

Parece hasta cierto punto lógico que, dándose en España una tal sobreabundancia de tipos tan  nauseabundos como los familiarizados con la guarrería de excretar sus flemas y orines a ojos vista, tengamos ganado ese primer puesto en el grado de desprecio, indiferencia y desidia hacia el tratamiento de las aguas residuales, la eliminación de los residuos y la conservación y protección de nuestro hábitat.


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