domingo, 6 de marzo de 2016

ENTRE LA MÁSCARA Y EL DISFRAZ




Las máscaras estuvieron destinadas en un principio a ocultar la cabeza o el rostro, o a amplificarlo, y se utilizaban sobre todo como instrumentos mágicos en la vida cotidiana o en rituales religiosos.

En la actualidad las máscaras han perdido su carácter ritual y solo tienen un uso carnavalesco, pero el ser humano sigue usando otras máscaras, a veces invisibles pero muy reales, para refugiarse en la seguridad y protegerse de nuevas amenazas.

Ocultarse es una de las primeras reacciones del ser humano ante las faltas cometidas. Todos tenemos miedo a ser descubiertos en falsedad, y tememos que los demás vean quienes somos en realidad y cuáles son las verdaderas intenciones de nuestro corazón. Con frecuencia buscamos ocultar lo que somos y queremos aparecer como lo que no somos. Y para eso nos servimos de disfraces y máscaras.

La máscara reviste nuestros miedos, tan abundantes siempre y especialmente en la sociedad actual: miedo a expresarnos o a que nos conozcan más de lo que deseamos; miedo a mostrar nuestro lado oscuro; miedo a no obtener la aprobación de los demás; miedo a que nos juzguen y rechacen; miedo a la intimidad con otros o a parecer vulnerables frente a los demás; miedo a la inseguridad; miedo a ser diferentes a lo marcado por las convenciones sociales; miedo al compromiso y a la responsabilidad. Nos ponemos aquellas máscaras que creemos nos harán aparecer como “personas respetables”.Con ellas representamos lo que queremos que los otros vean y así agradarlos y ajustarnos a lo que los demás quieren ver en nosotros, aunque eso implique que nuestro comportamiento vaya en contra de lo que realmente somos.

En la selva humana, en la que vivimos perdidos y manejados por las tecnologías de la comunicación, abundan ahora las máscaras que nos siguen dando fuerza, protección o seguridad en un mundo de manifiesta fragilidad. Las máscaras, al menos en apariencia, nos defienden, pero corremos el peligro de terminar haciendo lo que los demás esperan de nosotros y no lo que nosotros queremos hacer de nuestra vida.

Todas esas máscaras nos ocultan y a la vez nos delatan. Y están reforzadas por ropajes de todo tipo con los que nos disfrazamos, ahora con un uso desaforado, a causa del consumismo que nos invade o de la necesidad que tenemos de ocultar lo que somos, mostrar aquello que no somos… o pedir lo que queremos ser. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario