martes, 22 de marzo de 2016

OTRA ECONOMÍA



Los zapatos nos aprietan cada vez más, al igual que el cinturón, a pesar de que todos estamos en régimen de adelgazamiento general. Ajustar los zapatos y estrechar el cinturón: he ahí la receta que nos quieren imponer, en nombre de la razón económica.
Bajar salarios, disminuir pensiones, reducir servicios. Adelgazar lo público y engordar lo privado. Trabajar más y ganar menos. Producir más y distribuir menos. Empobrecer a muchos y enriquecer a unos pocos. Abaratar el despido, facilitar el desahucio, encarecer el préstamo. Obligar a endeudarse, exigir que paguen, e impedir que puedan hacerlo. Tumbar a un gobierno, y luego a otro, y atemorizar al resto. Arruinar a un país tras otro, con toda su pobre gente hundida en la miseria, y luego rescatarlos, es decir, embargarlos, es decir, quedárselos para sí. He ahí la razón económica. Pero la razón en su paroxismo se vuelve locura, y hunde al mundo con sus pobres gentes, con sus pájaros tristes y sus nubes contaminadas. Es "su" razón económica, la de los pocos que ganan cuando casi todos pierden.
Yo no sé de economía más que lo que me dicta el sentido común, y el sentido común me dice que no puede ser razonable una economía tan mala para tantos, que aquello que es malo para la mayoría acaba siempre siendo malo para todos. Es mentira que la causa de la crisis sea el estado del bienestar. La causa primera ha sido la política neoliberal, una política por la que en las últimas décadas ha aumentado mucho la riqueza, pero también los pobres, pues la riqueza creada se ha concentrado en el 1% de la población.
La economía, cada vez más enloquecida, ha pasado de ser productiva a ser financiera y especulativa: de producir, vender y comprar cosas necesarias para vivir a producir, comprar y vender dinero, simple papel o, mejor dicho, simples números, vanidad de vanidades.
Es mentira que no haya alternativas. Es mentira que la alternativa sea la austeridad, aunque a todos nos vendría bien aprender la austeridad, pero no la que predica e impone el mercado solamente para los pobres. Es mentira que la solución sea la reducción de salarios, porque no son los salarios altos los que han hecho bajar la competitividad. La solución pasa por defender el empleo y los salarios  La solución pasa por acabar con la especulación, el fraude y los paraísos fiscales y apostar por una economía “inclusiva, verde y sostenible”. La solución es política.


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