jueves, 4 de febrero de 2016

EL SENTIDO COMÚN



La expresión sentido común describe las creencias o proposiciones que benefician a la mayoría de una sociedad.

A la vista de esta proposición cabe preguntarse quién, o quiénes, deben llevar a término los asuntos de la sociedad con ese sentido común. La respuesta lógica debe ser: Los políticos y las políticas sociales que beneficien a la mayoría. Para ello se le pregunta a la ciudadanía mediante el voto, para que los políticos hagan la lectura adecuada y comprendiendo lo que el pueblo desea, obrando en consecuencia.

Tras las elecciones del 20D en España, tengo la impresión de que nuestros políticos siguen intentando dilucidar y comprender lo que el pueblo, en su sentido común,  ha dicho. Se siguen preguntando a estas alturas: ¿Pero qué narices ha dicho el pueblo? Para interpretar o hacer ese diagnóstico solo hay que usar el mismo sentido común que ha usado el pueblo reivindicando su conveniencia con la diversidad y pluralidad propias de la democracia. Es decir, con una visión holística, que abarque a todos y cada uno de los posicionamientos que se han manifestado y apoyado  mediante el voto de forma masiva. Eso es lo que han dicho las urnas.

Pero habría que preguntarse: ¿El sentido común de los partidos es compatible con el de la sociedad? ¿No está mediatizado por los propios intereses de grupo en contraposición a los otros grupos que integran esa sociedad, pero que tienen otra visión de las cosas? ¿Cabe, pues, aceptar que los partidos políticos tienen sentido común, o ese sentido esta contrapuesto al común sentido de la ciudadanía y del propio Estado? Tal vez, los partidos, no tengan sentido común…

Haciendo, pues, uso de ese hipotético sentido común que me otorgo, me atrevería a plantear algunas cuestiones de especial trascendencia:

* El resultado electoral ha dejado manifiesta la diversidad de posicionamientos sociales y políticos de nuestra sociedad, sin otorgar a nadie la mayoría suficiente para que obvie el planteamiento de los demás, cosa, a mi entender, loable.

*  Se ha llegado al mismo a través de un proceso de deterioro político que ha mostrado la conveniencia de introducir cambios importantes en la estructura democrática que garantice un mejor funcionamiento de la misma, a la vista de la incompetencia para dar respuesta a los problemas reales de la ciudadanía por parte de los gobernantes y legisladores.

* La estructura de convivencia que se construyó en la transición posfranquista, es decir, la Constitución vigente, ha sido superada por las demandas de una nueva generación que no está condicionada por aquellos escenarios, tiempos e intereses, ya que fue pensada como un compromiso transitorio hacia la democracia real para que el franquismo, sintiéndose seguro, diera paso a una nueva etapa.

* La nueva generación, de la que forma parte el mismo Felipe VI, al menos en sentido temporal, demanda un nuevo marco relacional propio. Juan Carlos ya cumplió con su cometido con mayor o menor acierto según qué casos, ahora estamos en otro tiempo histórico.

* El salto de una dictadura a una democracia no se consigue por birlibirloque, sino por un proceso de concienciación, educación y formación ciudadana que lleve a la implantación de los principios democráticos y a la actitud y conducta de un pueblo que los siente como suyos.

*  Después de cuarenta años ese proceso se debe haber realizado en mayor o menor medida, por lo que se reivindica un nivel más elevado en el ejerció democrático.

*  Por otro lado, una dictadura, o una monarquía en su esencia histórica, entiende la patria como un territorio y al ciudadano como súbdito; mientras una democracia la concibe como un lugar donde se convive bajo la voluntad de los pueblos, de la gente soberana, que quiere compartir a gusto y por mutuo beneficio los espacios de convivencia.

Para mí, siguiendo con ese sentido común y haciendo una lectura de las elecciones, hemos de sacar varias conclusiones para que el político de turno comprenda qué es lo que le pide el pueblo:

*   La opinión pública está muy polarizada y es su obligación conseguir articular la forma para canalizar tantas inquietudes sin llegar a rupturas traumáticas, sino a nuevos consensos.

 El nuevo escenario requiere nuevas soluciones y nuevos enfoques para una nueva generación.

*   Para salir del atolladero de forma definitiva y con proyección para otros cuarenta años, que afecten a esta generación, se requiere un proceso que dé soluciones a los problemas reales modificando la Constitución actual para adaptarla a las nuevas demandas de interdependencia y, cómo no, de mayor democracia representativa.

*    Una sociedad en progreso no es una sociedad en confrontación, sino en sinergias que aglutinen los esfuerzos y motivaciones en un objetivo común que se ha de pactar y convenir.

Por tanto, formen el parlamento, hagan un gobierno de transición con la misión primordial de evaluar y modificar la carta magna y sometan a referéndum el nuevo texto para crear estabilidad otros cuarenta años. Debatan con mente abierta, y sabedores de que si ustedes no se entienden el pueblo tampoco se entenderá y la crispación se generalizará a través de la intolerancia, la descalificación y el conflicto, en muchos casos, orquestados por ustedes.

Hablen, entiéndanse con el mensaje que les hemos dado los españoles. Si España no resuelve sus problemas será porque son unos incompetentes como políticos. Queremos cambios, erradicar la corrupción, mayor justicia social, más transparencia; que el Estado trabaje para la ciudadanía antes que para grupos de poder; que dejen sus privilegios, sus prebendas y puertas giratorias, su nepotismo partidista y empiecen a pensar en el bien desde el sentido común…  queremos vivir en paz y con justicia social, si ustedes no comparten esas inquietudes o no  quieren, apártense y den paso a otros que nos entiendan y comprendan, que sepan leer y reconocer la voluntad de la gente.



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