En este mundo áspero lleno de aristas, hay que dejar lugar
a la palabra y a los sentimientos. Aunque queden ocultos a menudo por la
mezquindad y el egoísmo. Las palabras y los sentimientos son importantes
también, aunque haya personas que los desprecien.
Ellas, las auténticas palabras, serán las que logren cambiar
este mundo triste. Palabras verdaderas, no escenificaciones envueltas en
palabrería. Ellos, los sentimientos, nos humanizan y nos permiten superar el
egoísmo intrínseco de la naturaleza humana al ponernos en el lugar del otro.
Porque son tiempos de luchar fuertemente por aquello en lo que se cree. Porque
son tiempos de generosidad y de búsqueda de la justicia, a pesar de miserias
partidistas, de prepotencias estériles y de partidismos letales. Y también y
sobre todo, son tiempos de blindarse con sentimientos y poesía ante la dureza
de estos días difíciles, pero apasionantes. Porque sólo con audacia, vestida de
generosidad y búsqueda del bien común, podremos romper el cerco de la infamia.
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