Desconocer
la importancia del esfuerzo ajeno es una de las manifestaciones más lamentables
de desprecio hacia el ser humano. En unos tiempos en los que el trabajo se
degrada, al compás de esa estrategia implacable en pos de su abaratamiento y
despersonalización, en pos de una competitividad que se ceba en la minoración
de los salarios y en el deterioro de las condiciones laborales, urge
reivindicar el papel desempeñado por quienes realizan las actividades más
ingratas, más duras, peor pagadas, las más indignamente consideradas. La
fabricación textil, como es bien sabido, se ha convertido en uno de sus
ejemplos más lacerantes.
Al compás
de la deslocalización, de la difusión de los talleres, de la maquila expandida
con la intensidad de la pólvora, toda una constelación de establecimientos
opacos y olvidados emergen y proliferan en los países donde la mano de obra es
menos que nada. No hace mucho tuvimos noticia de la tragedia ocurrida en un
establecimiento de este tipo en Bangla Desh, donde el problema
adquiere niveles escalofriantes, pero lo cierto es que, sin esperar
a que ocurra el desastre, no hay que volver la vista ni relegar la atención
cuando tenemos conocimiento de cómo se trabaja en las factorías ubicadas en
América Central, en Asia, en el Magreb e incluso
mucho más cerca de lo que pensamos, a la vuelta de la esquina, cuando
menos te lo esperas, pues no se necesitan demasiadas complejidades para
implantar aquí o allá un establecimiento de estas características.
Basta mano
de obra abundante, esencialmente femenina, dispuesta a jornadas interminables y
a retribuciones bajas y a destajo, para transformar una materia prima barata,
de la que deriva un producto enormemente revalorizado, el que alimenta y da
lustre a las grandes pasarelas de la moda, que, rutilantes en las capitales
emblemáticas del mundo, consideran de mal gusto el que se recuerde a los genios
del oficio y a sus admiradores que esas prendas tan lucidas no proceden del
azar sino del sacrificio de gentes anónimas que pasan desapercibidas, por más
que su papel sea decisivo.
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