lunes, 8 de febrero de 2016

LOS TRABAJOS IGNORADOS





Desconocer la importancia del esfuerzo ajeno es una de las manifestaciones más lamentables de desprecio hacia el ser humano. En unos tiempos en los que el trabajo se degrada, al compás de esa estrategia implacable en pos de su abaratamiento y despersonalización, en pos de una competitividad que se ceba en la minoración de los salarios y en el deterioro de las condiciones laborales, urge reivindicar el papel desempeñado por quienes realizan las actividades más ingratas, más duras, peor pagadas, las más indignamente consideradas. La fabricación textil, como es bien sabido, se ha convertido en uno de sus ejemplos más lacerantes. 

Al compás de la deslocalización, de la difusión de los talleres, de la maquila expandida con la intensidad de la pólvora, toda una constelación de establecimientos opacos y olvidados emergen y proliferan en los países donde la mano de obra es menos que nada. No hace mucho tuvimos noticia de la tragedia ocurrida en un establecimiento de este tipo en Bangla Desh, donde el problema adquiere niveles escalofriantes, pero lo cierto es que, sin esperar a que ocurra el desastre, no hay que volver la vista ni relegar la atención cuando tenemos conocimiento de cómo se trabaja en las factorías ubicadas en América Central, en Asia, en el Magreb e incluso mucho más cerca de lo que pensamos,  a la vuelta de la esquina, cuando menos te lo esperas, pues no se necesitan demasiadas complejidades para implantar aquí o allá un establecimiento de estas características. 

Basta mano de obra abundante, esencialmente femenina, dispuesta a jornadas interminables y a retribuciones bajas y a destajo, para transformar una materia prima barata, de la que deriva un producto enormemente revalorizado, el que alimenta y da lustre a las grandes pasarelas de la moda, que, rutilantes en las capitales emblemáticas del mundo, consideran de mal gusto el que se recuerde a los genios del oficio y a sus admiradores que esas prendas tan lucidas no proceden del azar sino del sacrificio de gentes anónimas que pasan desapercibidas, por más que su papel sea decisivo. 




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